Gilberto Mendoza, presidente de la WBA, junto al mánager Sean Gibbons.

La llegada al boxeo del dinero saudí bajo el sello de Riyadh Season ha supuesto un soplo de aire fresco, que ha facilitado la organización de excelentes combates gracias al pago de suculentas bolsas. Todo eran alabanzas hasta el momento, hasta que Thomas Hauser ha publicado un demoledor reportaje. Hauser es una de las plumas más respetadas en el boxeo desde hace décadas.

El cronista estadounidense coincide en señalar que Turki Al-Sheikh no tiene reparos a la hora de asumir pérdidas en sus veladas, aunque las bolsas ofertadas desde Arabia Saudí han descendido en las últimas semanas. Según Hauser, Riyadh Season está aumentando su inversión para tomar el control por completo del boxeo, con pagos de dos millones de dólares al WBC y de un millón y medio de dólares a la WBA en concepto de patrocinio.

Las aspiraciones de los saudíes van más allá, y están cerca de adquirir la revista The Ring, por lo que asumirían el control de sus clasificaciones y sus cinturones. Una compra que se produce tras frustrarse su intento de controlar BoxRec meses atrás.

En la misma línea, Al-Sheikh está muy preocupado por los contenidos que publican los medios de comunicación, según Hauser, quien asegura que la empresa saudí deniega el acceso a periodistas que se muestran críticos con Riyadh Season. Unas sospechas acrecentadas después de que Al-Sheikh fuese incluido en el Salón de la Fama del Boxeo de Nevada cuando apenas ha realizado una decena de veladas.

Kurt Emhoff, abogado deportivo, también se mostró suspicaz con los planes de Riyadh Season: «Quiero una estructura para el boxeo, sería bueno para tratar problemas como el dopaje, un campeón único. La pregunta es: ¿son estos los que queremos que lo hagan? Los boxeadores son contratistas que trabajan en su mayoría con contrato bajo seis o siete promotores a nivel mundial, que podían unirse como en el tenis o el golf».

Donald McRae es uno de los pocos periodistas a la altura de Thomas Hauser, con sus detalladas noticias en The Guardian. El escritor sudafricano comparte dudas con Hauser y Emhoff acerca del proyecto saudí: «Después de pedir durante años un organismo para el boxeo es irónico que tenga dudas. Entiendo a los promotores y los boxeadores, que están ganando mucho dinero. No puedo obviar que Arabia Saudí está usando el deporte para mejorar la imagen del país. Lo que quiero es un organismo que limpie al boxeo de sus males, que le permita ser un deporte atractivo, como lo es en sus grandes noches. Antes de empezar a escuchar cómo los saudíes quieren arreglar el boxeo, debemos preguntarles por algunos asuntos de sus propios ciudadanos, como el asesinato del periodista Jamal Khashoggi».

McRae tuvo la oportunidad oír los planes de Al-Sheikh de primera mano: «Habla con pasión y con sinceridad sobre arreglar los males del boxeo. Insinuó que Arabia Saudí será una versión mejorada de la UFC. Las luchas entre promotores y organismos se acabarían, y se introduciría un programa antidopaje, al tiempo que aseguraría los mejores combates. Pero grandes boxeadores como Canelo o Inoue se ven amenazados porque no aceptan las reglas de Al-Sheikh. Las boxeadoras parecen olvidadas para los saudíes».

A Emhoff no le agrada en absoluto el modelo de la UFC, el cual considera dictatorial: «Se hace lo que Dana White quiere. Es genial porque consigue que los mejores peleen con más frecuencia que en el boxeo, pero se puede hacer de una forma más democrática. Los promotores se asocian por dinero. No sabemos por cuánto tiempo los saudíes destinarán dinero al boxeo».