El mítico púgil de Fuente Obejuna (Córdoba) Tony Ortiz, falleció el pasado martes en Madrid, cuando iba a cumplir el próximo día 15, 69 años. Doble campeón de Europa del peso superligero y varias veces campeón de España del superligero y wélter, llegó a disputar el mundial superligero WBC en 1974 ante el italiano Bruno Arcari, perdiendo por descalificación en el octavo asalto.
Fue un bravo púgil, guerrero y espectacular, no exento de técnica. Cambiaba golpes como un valiente y caló hondo en los aficionados. Los más veteranos recuerdan sus temibles duelos con Dum Dum Pacheco o con Perico Fernández.
Su fallecimiento se produjo tras una larga enfermedad, según confirma Isabel Cabeza, alcaldesa de Fuente Obejuna, pueblo natal del púgil. En dicha localidad, un complejo deportivo lleva su nombre, algo que deben de agradecer los aficionados al boxeo. Desde ESPABOX nuestro más sentido pésame a la familia. Descanse en Paz.

Aquí dejamos un artículo-homenaje de nuestro compañero Carlos Utrilla.

Carlos Utrilla
@CjBoxing

«Sé que esta es mi gran oportunidad. Ha llegado tarde pero no la voy a desaprovechar y subiré al ring con la confianza de ganar. Si tengo que tumbarlo para ganar, lo tumbaré». Así de rotundo y confiado se mostraba el cordobés Antonio «Tony» Ortiz antes de partir hacia Estambul, donde iba a disputar el título europeo del superligero ante el turco (aunque afincado en Viena) Cemal Kamaci.

El púgil español, nacido en Fuente Obejuna en 1944, se había preparado como nunca, entrenando con sparrings como Juan Flores y José Legrá, quien estaría junto a él en el viaje y al que le faltaban unos meses para poner punto y final a su grandiosa carrera. Ortiz era sabedor de que este podía ser su último tren hacia la gloria a nivel internacional (había sido nombrado 6 veces aspirante y nunca lo había disputado). Cerca de los 29 años y 60 peleas, había sido campeón nacional superligero, wélter y nuevamente superligero, aunque su experiencia en peleas fuera de nuestras fronteras no había sido nada destacada. Sólo dos enfrentamientos y dos derrotas por puntos: ante Nicolino Locche en el Luna Park y ante el francés Baldassare Picone.

La confianza se extendía al preparador del púgil aspirante, el mítico Kid Tunero. Ni el presumible ambiente infernal en contra, les preocupaba: se esperaban más de 20.000 personas en el estadio Mithatpacha para aplaudir a su ídolo, Cemal Kamaci. Este era un boxeador nacido en la ciudad donde se iba a celebrar el combate pero instalado en Viena, pues en Turquía no existía boxeo profesional. Algunas de sus peleas, eso sí, ya se habían dado en la mítica localidad del Bósforo, como la que le permitió coronarse monarca europeo frente al francés Roger Zami.

Kamaci era un hombre de mayor edad que Ortiz, contaba con unos meses más de 30 años, pero con mucha menor experiencia profesional (poco más de 30 peleas). Su principal característica era la fortaleza física y su capacidad de asimilación, pues ni era técnico ni gozaba de una gran pegada. Pero apoyado por su gente resultaba, sin duda, un duro escollo. Algo, que como hemos dicho, parecía no importar mucho al español: «Ya sé que asimila bien los golpes, pero le voy a dar tantos que no tendré necesidad de acudir a los puntos para conseguir la victoria». Y es que a «guapo», como dirían los argentinos, no le ganaba nadie a Tony, cuyo estilo llegó a ser definido como de «golpear y parar los golpes del rival con la cara»  (Alfredo Relaño).

Sin embargo, su boxeo contaba con algo más y así lo iba a demostrar en esa mágica tarde-noche del 16 de junio de 1973. Los primeros rounds transcurrieron lentos, con ambos púgiles sin querer arriesgar en demasía, sin lanzarse definitivamente al ataque. Paradójico en dos hombres poco técnicos, pero comprensible por la importancia de no cometer graves errores. El púgil turco, pese a lo esperado por el equipo del español, decidió pelear a la contra, táctica sorpresiva que acusaría Ortiz hasta que cogió la distancia adecuada.

En el 5º comenzó a cambiar el panorama. Un croché de Kamaci, que el melariense acusó de manera ostensible, dio lugar a un parte del combate en el que el turco se mostró muy superior. Fueron tres rounds, difíciles para el aspirante, que concluyeron en el 7º con un uno-dos (crochet y directo de derecha) del campeón, que a punto estuvo de mandar a la lona a su rival. El resto del round fue de supervivencia para Tony, que hizo frente, como pudo, a las acometidas de un envalentonado púgil local, cuya fanaticada gritaba y animaba viendo próximo el final.

El minuto entre rounds fue milagroso para el cordobés. Se había preparado como nunca y lo iba a demostrar. Cuando parecía que iba a ser dominado, salió con nuevos bríos al 8º, tomó el centro del ring y comenzó a llegar de manera certera ante un sorprendido Kamaci, del que se pensaba que podía estar tomándose un respiro. No hubo tal, pues no volvió a ser el mismo: aunque en el 11º opuso más resistencia, lo cierto es que desde ese 8º hasta el 14º la pelea siguió un patrón claro, donde Ortiz sometía con duras manos, una y otra vez, al campeón. El directo de derecha del español, durante todos estos rounds, fue el golpe que produjo el mayor daño, el que hacía silenciar el infierno otomano.

En el último round, el futuro campeón sabía que no podía dar un solo paso atrás, que tenía que impresionar a los jueces y no dejar duda alguna. Así que salió con más fuerza, si cabe, en busca de su rival, consiguiendo que llegara a poner rodilla en la lona (según la crónica de la época, aunque Tunero asociaba la caída a algún round anterior) tras otra buena derecha seguida de un croché al mentón. Es decir, Tony cerraba el combate como lo que ya se presumía que era: todo un campeón.

«Recordaba lo que le ocurrió a Legrá en Brasil (Nota: combate con Eder Jofre por el título pluma WBC), que por cierto estuvo conmigo en el rincón, y temía que las voces de los 20.000 entusiastas de Kamaci pudieran influir en los jueces. Pero no fue así y recibí la mayor alegría de mi vida». Vida que el otro día, en la tarde del 05 de noviembre de 2013, llegó a su fin.

Sirvan estas palabras como pequeño homenaje a un grande del boxeo español. D.E.P.