Julio González
La figura del poeta y dramaturgo Federico García Lorca ha vuelto a ser protagonista en las últimas semanas por la emisión de un programa de televisión, y desde estas líneas queremos dar a conocer la afición del poeta por el noble arte.
Los primeros contactos de García Lorca con el boxeo fueron en Madrid, concretamente en la Residencia de Estudiantes, entre 1919 y 1926, donde estudiaba Filosofía y Letras. Allí coincidió con escritores e intelectuales de la talla de Luis Buñuel, Rafael Alberti o Salvador Dalí.
Lorca contó que en varias ocasiones se ponía a hacer guantes con Luis Buñuel, otro gran aficionado al boxeo, además de otros estudiantes de esa época.
La vida y milagros de García Lorca son conocidos por los seguidores del poeta, que estudian y admiran sus escritos. A principios de junio de 1929, García Lorca se trasladó a Nueva York, donde acompañó al poeta Fernando de los Ríos, con la intención de perfeccionar su inglés y alejarse de la rutina. De aquel viaje nació el libro “Poeta en Nueva York”, aunque este no se publicaría hasta 1940, cuando el autor ya había fallecido.
Durante ese período solía frecuentar los escenarios deportivos de la Gran Manzana, como el Madison Square Garden, y también el Yankee Stadium, adonde acudía a las veladas de boxeo y coincidió con algunos boxeadores español que triunfaban en la ciudad estadounidense. Conoció al peso pesado Isidoro Gaztañaga o Ricardo Alís, que acababa de debutar en Nueva York.
A principios de enero de 1929, Ignacio Ara embarcó rumbo a Nueva York, en compañía de su mánager Andrè Dupré. Debutó en su etapa estadounidense el 9 de febrero ante Eddie Bowe, al que derrotó en tres asaltos. Después consiguió tres victorias más y se marchó a Cuba, donde se estrenó el 14 de abril ante Raúl Rojas, con el que perdió por descalificación en su única derrota de ese año. El aragonés regresó a Nueva York año y medio después, y llegó a boxear en el Madison contra Young Terry, una vez se integró en el equipo de “Pincho” Gutiérrez (el mánager más importante de Cuba) y Nick Florio (un entrenador italoamericano). Ara consiguió una victoria importante al vencer por nocaut en ocho asaltos a Buck McTiernan, aspirante al título mundial en ese momento.
Esa victoria posibilitó que Ignacio Ara fuese incluido en una eliminatoria para disputar el título mundial que Mikey Walker acababa de dejar vacante. El día 23 de julio de 1931, Ignacio Ara perdió por puntos en la eliminatoria ante el hebreo Ben Jeby en el Queen Boord Stadium. Después de tener a su rival grogui en cuatro ocasiones, el público protestó ruidosamente el veredicto después de los diez asaltos. “Juro que no he perdido la pelea, los jueces le han regalado el triunfo a Jeby. No volveré a pelear en Los Estados Unidos”. Se presentaron varias protestas en la NYSCA, que rechazó revocar el veredicto. Ara cumplió su palabra y nunca más volvió a los Estados Unidos.
García Lorca siguió un camino similar al de Ara, y de Nueva York viajó a La Habana, donde conoció al púgil aragonés, con el que mantuvo una gran amistad. El peso medio de Sigües se convirtió en uno de los mejores boxeadores de la historia de España, pero no pudo lograr el título mundial, un revés que compartió con Paulino Uzcudun. Ara disputó el cinturón mundial el 1 de junio de 1935 en Madrid, un evento que revolucionó el deporte español. Federico García Lorca emprendió el viaje desde Granada a la capital de España para apoyar a su amigo.
En la Plaza de Toros de Las Ventas, Ara boxeó por el título del peso medio contra el campeón francés Marcel Thil. Cerca de 30.000 personas se dieron cita en el recinto taurino para presenciar el combate, aunque no se llegó a llenar el coso, la entrada rozó el lleno. Los asistentes presenciaron un gran combate, y animaron al español en todo momento, además de silbar al francés en algún momento de forma injusta. Thil impuso su estrategia para retener el cetro.
Ignacio Ara, que había comenzado de una manera impresionante y durante el combate se batió como un auténtico héroe, tuvo que empezar a ceder a partir del sexto asalto. El francés impuso su mejor físico, e Ignacio Ara tuvo que agarrarse desesperadamente a su rival para evitar las acciones del campeón y no irse a la lona. Cierto es que Ara tampoco llegó a pasar momentos de grandes apuros, aunque se quejó de que Thil entraba con la cabeza como un ariete.
Thil, con treinta y un año cumplidos, demostró estar en unas condiciones físicas excelentes, cada asalto parecía encontrarse mejor, y regresaba a la esquina como si no hubieran trascurrido los tres minutos de rigor. Por el contrario, a Ara se le iba haciendo cuesta arriba cada round.
Después de la pelea, García Lorca saludó a su amigo Ara y regresó a Granada. Poco más de un año después, la Guerra Civil estalló en España, y García Lorca fue fusilado el 18 de agosto de 1936. Casi nueve décadas después de su prematura muerte, Federico García Lorca es el poeta español más leído de todos los tiempos.