Daniel Pi
@BastionBoxeo

La corrupta, arbitraria e injustificable decisión de degradar esta semana al máximo titular WBA del peso superpluma, Alberto Machado, convirtiéndolo en campeón regular, obedecía exclusivamente a un único propósito: permitir que un boxeador que tiene más renombre, promotores más importantes y mueve mucho más dinero como Gervonta Davis (20-0, 19 KO) pudiese capturar, ante un coaspirante sin combates en dos años y que llegaba de una derrota, el principal cinto de la Asociación Mundial de Boxeo en la división.

Este objetivo, a penas disimulado, de la WBA fue culminado con un completo éxito, dado que el joven boxeador estadounidense batió la pasada madrugada en el Barclays Center de Nueva York (Estados Unidos) a Jesús Cuéllar (28-3, 21 KO) por nocaut técnico en el tercer round para volver a reinar ocho meses después de perder su cetro IBF en la báscula.

En una pelea intensa desde el inicio, Cuéllar trató de abrirse camino hasta su rival avanzando tras una buena frecuencia de golpes y agresividad, pero se vio refrenado en el primer round por los velocísimos contragolpes de Davis, que usaba su gancho de mano adelantada, los hooks al torso, los uppercuts al rostro y los rectos zurdos con enorme explosividad. De todos modos, en el segundo round el argentino volvió a reanudar su presión, si bien un perfecto directo de izquierda al hígado le llevó a la lona. El visitante se estaba viendo superado por la rapidez de manos de Davis, que lo sorprendía a la contra de forma constante con increíble claridad y potencia. Así, finalmente, en el tercer round Cuéllar, estremecido por un uppercut, fue conducido a las cuerdas y derribado con ganchos diestros al torso y un recto de izquierda. Pese a levantarse, una nueva temible andanada de Davis, con hooks al rostro de ambas manos junto a un uppercut, lo tiró a la lona por tercera vez, deteniendo el árbitro la pugna.

Sin duda, la actuación de Davis, que anotó el 49% de los golpes de poder lanzados, fue intachable, infinitamente mejor que la ofrecida ante Francisco Fonseca, recordando ese brillante prospecto que hace unos años parecía no tener techo. Con todo, una carrera boxística no consiste en salteados destellos, sino en constancia, concentración y trabajo a largo plazo, por lo que Davis, que agradeció la labor realizada por su nuevo entrenador (Kevin Cunningham) y que apuntó a una unificación como objetivo, tendrá ahora el mayor reto: luchar contra su propia inconsistencia y contra la conflictividad fuera del ring para mantenerse en el nivel mostrado ante Cuéllar.