Alfonso González Vicente
El 20 de junio de 1980, en el estadio olímpico de Montreal, tuvo lugar uno de los duelos boxísticos más destacados de la Historia del Boxeo. Los contendientes fueron Ray “Sugar” Leonard, que era el campeón del peso wélter por el Consejo Mundial de Boxeo, y el aspirante, el panameño Roberto Durán, líder indiscutible de los pesos ligero y superligero. La pelea fue conocida en el mundillo pugilístico como “La Batalla de Montreal” y está considerada, por todos los expertos y organismos internacionales del mundo del boxeo, como una de las peleas más destacadas de la historia.
Sugar Leonard era el gran dominador del peso wélter, y Roberto Durán, el peso ligero mejor del mundo de aquellos, y, posteriormente, de todos los tiempos.
Después de varias defensas de su título, Durán había subido al peso wélter y aspiraba a derrotar a Sugar Leonard, que, antes del combate, estaba invicto (27-0).
En los días previos, Durán calentó el combate, con el objeto de llevarlo a su terreno. Declaró a los medios, que Sugar Leonard era un “producto televisivo”, y Leonard, entrando al trapo le replicó, diciendo que lo iba a “matar” en el ring.
Leonard, entrenado por Angelo Dundee, preparador de Cassius Clay, cometió el error de aceptar el combate en la corta distancia e ir al “intercambio de golpes” (la típica “pelea portuaria”). Hizo, justo lo contrario de lo que hizo el veterano Ángel “Robinson” García, ocho años antes, que planteó, en Panamá, ante un joven Durán, una pelea “defensiva” y “a la contra”, basada en la esgrima, en la esquiva, en los desplazamientos laterales, (Durán, incluso, sangró por la nariz en el quinto asalto).
Robinson intentó, con éxito, en casi todos los asaltos, dejarle “fuera de la distancia”. Por eso, fue el primer combate que Durán ganó por puntos.
“Los combates, muchas veces, no se ganan con las manos, se ganan con los pies”.
Roberto Durán, desde el primero hasta el último segundo, tuvo la firme e inquebrantable decisión de ganar el combate “a toda costa”. La pelea fue bronca, enmarañada, no muy bonita desde el punto de vista estrictamente estético, pero de una entrega e intensidad enorme. Los dos últimos asaltos con un durísimo intercambio de golpes entre ambos contendientes, es de lo mejor (o lo mejor) que se puede ver en boxeo.
La intensidad y la entrega de ambos púgiles, en estos dos últimos asaltos (y durante toda la pelea) es IMPOSIBLE de igualar. Otra cosa llamativa de la pelea es que, pese a la intensidad de la misma y el incesante intercambio de golpes, los dos boxeadores acabaron físicamente enteros y con el rostro muy poco marcado, apenas pequeños cortes y leves moratones.
En su libro A.J. Liebling, periodista deportivo, desde el año mil novecientos treinta y cinco hasta su muerte, en su libro “La Dulce Ciencia” define al boxeo como el “arte de los moratones”. Otro aspecto muy destacable del combate, es que, aunque las declaraciones previas a la pelea de ambos combatientes fueron “subidas de tono”, la pelea, fue NOBLE, limpia y descarnada. Una pelea de “tú a tú”, de “poder a poder”, de “corazón a
corazón” y de “campana a campana”.
IT´S BOXING !! ¡¡SEGUNDOS FUERA!!
La LOCURA que se desató al concluir la pelea, entre preparadores, hombres de esquina, “cutman”, espontáneos, y “tipos» de todo pelaje y condición, que pulularon por el ring, incluido el promotor de la pelea, el célebre DON KING (toda una institución en el mundo del boxeo), así como los gestos (algunos no deportivos) y las declaraciones de Roberto Durán, fueron un colofón, digno de ver, que contribuyó a ENGRANDECER y ponerle un “broche de oro” al espectáculo.
De hecho, lo vivido encima del ring después de la pelea fue otro espectáculo en sí mismo, porque los aficionados, y el mundo del boxeo, fueron totalmente conscientes de que habían asistido a una pelea histórica ¡¡BOXEO EN ESTADO QUÍMICAMENTE PURO!!
En resumen: la “reyerta portuaria” de Montreal, no fue un combate, desde el punto de vista plástico o estético muy vistoso, pero si fue una de las batallas más ÉPICAS (y DURAS) de la Historia del Boxeo, que, además, en los portales digitales, se puede ver actualmente con mucha mayor nitidez que antes (y en color) dado que la película ha sido sometida a un proceso de mejora. Por poner una nota de humor, si ambos púgiles hubiesen sido dos “guerreros medievales”, al término de la pelea, e independientemente de cuál fue (o hubiese sido) el ganador, a uno de hubiesen concedido el ducado de Luxemburgo y al otro el ducado de Sajonia.
Antes de describir el historial y las características pugilísticas de ambos contendientes, por seguir poniéndole una nota de humor al relato, contaré una anécdota personal: Yo estudié el bachillerato con José Ramón Gómez-Fouz que fue boxeador profesional y campeón de España y Europa del peso superligero. Alguna vez, en el gimnasio de la Policía Armada de Oviedo, llegue a hacer “guantes” con él.
Una vez fui a su gimnasio que recuerdo era un local de la HOAC (Hermandades Obreras de Acción Católica) en la plaza del Ayuntamiento de la ciudad. Allí me apunté a practicar boxeo, y el preparador me mandó hacer una serie de ejercicios (con “guantes” y sin ellos).
Llevaba una semana entrenando duro, y el entrenador no me decía ni una sola palabra. Hasta el punto que un día me dirigí a él y le dije: “Oiga, llevo aquí una semana entrenando duro y Vd. todavía no se ha dirigido a mí, ni para BIEN ni para MAL”. ¿Cree Vd. que yo sirvo para “esto”?
Y el preparador, que se llamaba Justo Magdalena (todavía recuerdo su nombre) y que era el entrenador de José Ramón Gómez-Fouz me respondió: “Eso ya te lo diré cuando te peguen la primera HOSTIA.” Y, efectivamente: Cuando me dieron la primera HOSTIA, ¡¡SE ME FUNDIERON LOS PLOMOS!!
Volviendo a José Ramón Gómez-Fouz, fue un boxeador muy profesional, que se cuidaba mucho, de escasa pegada pero muy técnico, Disputó un total de ochenta y ocho combates y solo perdió cinco. Una vez retirado, sin apenas castigo y con la cabeza muy bien “amueblada”, trabajó en una empresa metalúrgica y llegó a escribir dos libros, uno sobre el “maquis asturiano” y otro sobre la “clandestinidad política” en Asturias en los tiempos del franquismo. Y una vez cerrado este paréntesis “personal” vuelvo a lo que fue la “Batalla
de Montreal” y al historial pugilístico de los púgiles.
Historial pugilístico de ambos contendientes
Para finalizar haré un repaso de la historia boxística de ambos púgiles, que están, ambos, como ya he dicho, unánimemente considerados, entre los grandes campeones de la Historia del Boxeo. Ray “Sugar” Leonard, como aficionado, se había proclamado campeón olímpico en Montreal (en el mismo escenario de la pelea con Durán).
Pocos años después se proclamó campeón del mundo de los wélter ante Wilfredo Benítez, el campeón más joven de la historia, con diecinueve años, y al que, también se enfrentó, Robinson García, con treinta y nueve años, perdiendo a los puntos.
Leonard fue campeón del mundo, también, de los superwélter y de los medios, derrotando a figuras como Tommy Hearns (vencedor, entre otros, de Durán) y Marvin Hagler (vencedor de Durán y de Tommy Hearns). La decisión de este último combate fue muy discutida.
Marvin Hagler y Tommy Hearns no eran “unos cualquiera”. Eran (y son) de los mejores (o los mejores) pesos medios de la historia, a la altura (o por encima) de Carlos Monzón.
Ray “Sugar” Leonard derrotó dos veces a Durán y ganó, también, la corona del supermedio frente a Donny Dalonde. En total, fue campeón del mundo en cinco categorías y está considerado entre los diez mejores boxeadores “libra por libra” de todos los tiempos.
Roberto Durán fue campeón indiscutible de los ligeros, (el mejor peso ligero de la historia), ganando el título ante el escocés Ken Buchanan (1972) (otro rival de Robinson García, al que solo pudo ganar a los puntos en Glasgow en una reñida pelea).
En 1980, Durán se proclamó campeón del mundo del peso wélter al vencer por decisión unánime en Montreal a Ray “Sugar” Leonard.
También se proclamó campeón del peso superwélter al vencer, en 1883, a Davey Moore; y ya, en el declive de su carrera, Durán se proclamó campeón del mundo del peso medio, al derrotar, contra todo pronóstico, por KO, al entonces campeón Iran Barkley (1989). Esta fue, después de la de Sugar Leonard, una de sus más grandes victorias.
Durán, en aquella pelea, tenía 38 años, puesto que había nacido el 16 de junio de 1951 en el popular y marginal barrio de “El Chorrillo” de Panamá. Roberto Durán está considerado entre los cinco mejores boxeadores, “libra por libra” de todos los tiempos e, incluso, hay algunos expertos que lo consideran el MEJOR. También está, unánimemente considerado, como el mejor boxeador hispano.
“Sugar” Leonard, Roberto Durán, Marvin Hagler, Tommy Hearns, Irán Barkley, Wilfredo Benítez, Mantequilla Nápoles, Carlos Monzón, Frazier, Foreman, Alí, Larry Holmes, Julio Cesar Chávez (en sus inicios), etc, son una constelación de estrellas de las décadas de los años 1970-1980, que fueron una de las épocas más gloriosas del boxeo.
Estilo boxístico de “Sugar” Leonard
Leonard fue un boxeador de gran velocidad y mucha técnica, dotado de un muy buen desplazamiento de piernas (lo hacía “bonito”). Fue un púgil muy inteligente que estudiaba muy bien a sus rivales (dentro y fuera del ring) para plantear las peleas conforme a sus intereses estratégicos. Manejaba muy bien los tiempos y sabía cuándo retirarse y cuando atacar. Gestionaba las peleas con gran astucia y era un gran estratega.
Esa combinación de habilidades físicas y mentales fueron las que lo convirtieron en una de las leyendas del boxeo. Fue un boxeador, en general poco castigado, y valiente. No rechazó el intercambio de golpes en las distancias cortas (que es donde un “boxeador” y una colonia “se la juegan”). Pese a ser un tipo inteligente, la decisión de ir a “intercambiar golpes” en su primera pelea con Durán, quizás fue su principal fallo, pese a ello, en las “cortas distancias” también era muy peligroso pues sacaba ambas manos con gran velocidad y dureza.
Estilo boxístico de Roberto Durán
Roberto Durán se defendía en todos los terrenos del ring, pero, básicamente, era un “peleador” de “cortas distancias”, con una feroz pegada articulada en torno a un potente gancho de izquierda y a una poderosísima mano derecha (“Mano de Piedra”) con la que noqueaba a sus rivales. A pesar de ser un boxeador de “cortas distancias”, y boxear en el lugar donde “se llevan las hostias”, (y donde se gana o se pierde el DINERO), era muy versátil y tenía muy buen juego de cintura y de piernas, que le ayudaban a eludir el castigo. Además, era un gran encajador y un boxeador terriblemente duro, con una inmensurable confianza en sí mismo, y siempre dispuesto a seguir luchando.
Mike Tyson, por ejemplo, fue un gran admirador de Durán, por su actitud agresiva y su estilo de lucha. Durán, boxísticamente, era muy AMBICIOSO, pero en su vida personal siempre fue muy generoso y muy ligado a las gentes humildes de su barrio de El Chorrillo.
Todavía se recuerda su excelente relación con LEONARD, después de sus tres grandes “pleitos”. De hecho, se reunieron, una vez, en el año 2013, en Panamá, para la presentación de un proyecto cinematográfico titulado “No más” y al año siguiente en Las Vegas en la Convención Anual del Consejo Mundial de Boxeo, donde también se homenajeó al recién fallecido ex-campeón mundial del peso medio Marvin Hagler.
Entre paréntesis comentaré que Marvin Hagler perdió con “Sugar” Leonard, a los puntos, en decisión dividida y muy controvertida; Hagler ganó a los puntos, por decisión unánime, a Roberto Durán después de una gran pelea, en la que Durán, que no era un “peso medio” puro, como Hagler, forzó que el combate llegase al final de los quince asaltos, circunstancia muy poco habitual en las peleas de Hagler, que ganó casi el noventa por ciento de sus combates por la vía del KO.
Por cierto, Marvin Hagler, uno de los mejores pesos medios de la historia, solo sufrió tres derrotas, una frente a Bobby Watts, en decisión dividida y muy controvertida, (en una pelea posterior Hagler noquearía a Watts), otra derrota frente a Willy Monroe, por decisión unánime (en dos peleas posteriores Hagler noqueó a Monroe) y una tercera derrota muy controvertida frente a Leonard. Después de esa pelea, Marvin Hagler se retiró del boxeo.
Como anécdota citaré que Willy Monroe, un buen “prospecto” del peso medio, fue uno de los dos únicos boxeadores que ganaron antes del límite por KO técnico (lesión en el ojo izquierdo) a Robinson García en veintitrés años de oficio y 239 peleas disputadas.
Su enfrentamiento con Willy Monroe, un peso medio puro, tuvo lugar cuando Robinson tenía más de treinta y nueve años, siendo además Robinson García un boxeador que provenía, inicialmente, del peso ligero.
Una vez cerrado el paréntesis, también recuerdo, el generoso y valiente gesto que tuvo Durán al visitar en el hospital, pocos días antes de morir, a Esteban de Jesús (uno de sus ganadores) y abrazarse con él en la cama, donde yacía enfermo y moribundo de SIDA, cuando todavía era una creencia general que la enfermedad era muy contagiosa.
Después de estos antecedentes descritos, es el momento de ver y disfrutar con la GRAN PELEA.