Darío Pérez
@ringsider2020

Wasserman Boxing ha propuesto este sábado 15 una velada donde la principal atracción era Josh Kelly (14-1-1, 7 KO). Ha acontecido en el Vertu Motors Arena de Newcastle (Reino Unido), con buena entrada de público pero dejando mucho que desear en su contenido deportivo. El principal aliciente era ver a Kelly acercarse al título mundial WBO, donde es el número dos en listas mundiales.

Kelly se ha impuesto al argentino Gabriel Corzo (18-1, 3 KO) en una pugna muy deslucida, con nula acometividad por parte del hispano y un local que no ha querido arriesgar en absoluto su posición de privilegio en la categoría superwélter. Con el poseedor de todos los cintos Jermell Charlo poco activo y a punto de medirse a Saúl «Canelo» Álvarez en el peso supermedio, podría darse en breve la situación de que los títulos quedasen vacantes y, en el caso de la WBO, el campeón interino Tim Tszyu se midiera al mejor clasificado.

El número uno de ese ranking, Bakhram Murtazaliev, quiere ir por la vía IBF (donde es aspirante oficial desde que venciese a Jorge Fortea nada menos que en 2019, no es una errata tipográfica). Allí, en caso de renuncia ser despojado Charlo, se mediría por el mundial al veteranísimo Jack Culcay, algo que tampoco es fácil de comprender.

Por tanto, Kelly salió a ganar sin arriesgar. Y el pleito no merece mucho más comentario, porque uno no pudo y el otro no quiso. Corzo apenas tiró manos y fue cometiendo ciertas irregularidades que le costaron un punto, mientras que PBK lanzaba lo justo para ganar los asaltos, algo que tampoco le costaba gran esfuerzo. Entre cambios de guardia, quejas y desplantes pasaron los rounds hasta el momento más agresivo de la noche, tras la campana del final del combate con una trifulca innecesaria. El resultado de una pelea para olvidar fue un doble 120-107 y un 117-110 que otorgaba tres parciales a Corzo, algo inaudito para alguien que fue a Inglaterra a perder sin ser noqueado.