Óscar Rivas (27-1, 19 KO) y Bryant Jennings (24-4, 14 KO) (en la foto, a la izquierda, cuando se enfrentó a Wladimir Klitschko por el mundial de los pesados) disputarán el primer combate por el título mundial bridgerweight de la historia. Es una revancha del combate que les enfrentó en 2019, por entonces en el peso pesado, en el que el colombiano venció por KO técnico en el duodécimo asalto, cuando las puntuaciones de los jueces iban ajustadísimas. La pelea se celebrará en Montreal, lugar de residencia de Rivas, el 18 de junio.
La nueva categoría bridgerweight, solamente sancionada por el Consejo Mundial de Boxeo, responde al debate sobre la diferencia entre algunos pesos pesados recién subidos del crucero y colosos de la categoría, intentando evitar diferencias de 15-20 kilogramos entre dos púgiles que se enfrentan. Algo que ya intentó paliar el citado peso crucero (cuyo límite está casi en 91 kilos) hace ahora cuarenta años, también con el WBC como pionero en sancionar la nueva categoría.
El nombre de la categoría homenajea al niño americano Bridger Walker, que salvó la vida de su hermana pequeña tras ser atacada por un perro. La mayoría de la comunidad del boxeo mundial se ha mostrado poco favorable a la creación de esta nueva denominación, que abarca desde el límite del peso crucero, 90,700 kg, hasta los 101,600 kilos de peso (o, en libras, entre 200 y 224).
Tampoco parece que Bryant Jennings sea el púgil más adecuado para inaugurar la lista de campeones mundiales bridgerweight, ya que lleva sin acabar un combate con el brazo en alto desde 2018, y desde entonces ha perdido contra el propio Rivas y Joe Joyce; es decir, se da una oportunidad mundial a un púgil que viene de dos derrotas, y aquí no le valen las excusas al WBC como en el caso de Yildirim, del que adujeron el lío con el peso de Benavídez, el covid y demás monsergas como justificación para ese desniveladísimo combate. Por todo ello, algunas prestigiosas webs como Bad Left Hook han calificado toda la división y este combate como «estúpido y farsa».