Redacción ESPABOX
El impacto de la Inteligencia Artificial es el tema más importante en el mundo pospandémico. Un deporte tan anclado a su tradición como el boxeo tampoco ha podido escapar de la Inteligencia Artificial, con la prueba que realizó Riyahd Season en la revancha entre Oleksandr Usyk y Tyson Fury con un juez informatizado. La postura de Fury resume en buena forma una corriente de opinión que quedó patente en el combate celebrado en Riad: asumir que el boxeo tiene un problema con la parcialidad de los jueces, pero al mismo tiempo criticar a la Inteligencia Artificial.
La causa es el axioma más arraigado en el boxeo: si pierdo, o lo hace el púgil al que apoyo, la culpa es de los jueces. Un lamento que tiene la base de una larga lista de puntuaciones inexplicables, por eso son pocos los boxeadores que asumen su derrota en caso de que esta no llegue antes del límite.
El boxeo no será una excepción al resto de campos y no escapará de la Inteligencia Artificial. Solo queda saber quién será la primera estrella que admita su influencia para que el resto copien gradualmente su aplicación. Una tendencia que se ha ido repitiendo de forma cíclica con otras cuestiones: la dosificación de los sparrings, los beneficios de una dieta regulada o la suplementación.
Más allá de que la puntuación de los combates pase a la Inteligencia Artificial, el abanico de posibilidades que se presenta es de lo más variados. ¿Recuerdan las escenas de Rocky IV donde los datos de Ivan Drago aparecen en vetustos ordenadores mientras entrena en la Unión Soviética? La ficción de Sylvester Stallone ya es una realidad que permite a los entrenadores conocer las capacidades de aquellos que sueñan con ceñirse un cinturón. Los seres humanos somos cadenas de datos en movimiento, que determinan con precisión las posibilidades de cada cuerpo para triunfar en una determinada actividad.
La fiabilidad de estas estadísticas aumenta cuando la comparación se realiza con millones de perfiles, algo en lo que llevan trabajando años diversas empresas en el cotizado mercado de los datos.
Antes de que la aparición del vídeo facilitase el estudio de un rival, era habitual que los equipos de los boxeadores intentasen contar con espías en los sparrings de su futuro oponente. Habitualmente algún exboxeador trataba de encontrar los fallos a cambio de un puñado de dólares. Con la Inteligencia Artificial, en un momento se dispondrá de un análisis pormenorizado en base a las peleas anteriores de cualquier boxeador.
Esta posibilidad dará paso a un debate que antes o después tendrá lugar. Los boxeadores que puedan costearse una Inteligencia Artificial más potente podrán preparar de mejor forma sus combates. El peligro es máximo, pues los seres humanos actuamos por patrones cognitivos, es decir, repetimos de forma inconsciente movimientos o gestos. El análisis de la Inteligencia Artificial descifrará todos los puntos débiles de un boxeador, por lo que los combates pueden convertirse en partidas informáticas con personas en lugar de con los «muñecos» de las videoconsolas.
En la mayoría de deportes profesionales se está invirtiendo con especial interés en la Inteligencia Artificial, pero de momento no se tienen noticias de que ningún boxeador esté utilizándola. El primero al que el árbitro levante la mano por ello desatará el clásico duelo entre tradición o avance. Los aficionados también pueden resultar ganadores. Las casas de apuestas temen que la Inteligencia Artificial minimice el porcentaje de fallo, y se reduzcan sus beneficios.