Oleksandr Usyk unificó las cuatro coronas del peso pesado al derrotar a Tyson Fury. El ucraniano es de forma indiscutible el mejor boxeador de la categoría, salvo para los organismos que actúan como recaudadores.

La IBF fue la primera en romper el título unificado al desposeer a Usyk. Su sucesor es Daniel Dubois, que con su victoria sobre Anthony Joshua pasó página a recibir el cinturón por correo.

La revancha entre Usyk y Fury está anunciada para el 21 de diciembre, pero para este sábado la WBA anuncia la disputa del título del peso pesado. El organismo (o empresa) que dirige Gilberto Mendoza otorga el estatus de «supercampeón» a Usyk para inventarse otro cinturón con el que recaudar tasas.

El combate por el mal llamado mundial WBA lo disputarán dos boxeadores que ni siquiera están en el Top-10 de la división. Manuel Charr Kubrat Pulev se enfrentarán en Sofía (Bulgaria) en una pelea intrascendental de veteranos.

En medio de esta decisión se encuentra el inefable Don King, antiguo promotor de Charr, que ha aprovechado la existencia de este cinturón de menor importancia para promocionar sus decadentes veladas.

Charr ganó este cinturón en 2017, e iba a defenderlo ante Fres Oquendo, cuando dio positivo por anabolizantes. Un fallo en el procedimiento hizo que la WBA le levantase la suspensión y lo reinstaurase como campeón.

El siguiente obstáculo de Charr fue la negativa para obtener en plazo un visado para pelear en Estados Unidos. El sirio denunció a la WBA y a King, para acabar alcanzando un acuerdo que misteriosamente le devolvió el cinturón hace un año.

A los 40 años, Charr vivió su época de plenitud hace una década, cuando fue derrotado antes del límite por Vitali Klitschko y Alexander Povetkin. Tres años mayor que el sirio, Pulev también fracasó ante Wladimir Klitschko y Anthony Joshua en sus combate más importantes. Un dato sin importancia para la WBA.