Juan Sánchez Ruiz
El sábado 29 de enero del año 2000, Mike Tyson combatió contra Julius Francis en Manchester. Al día siguiente sobre las 3 de la tarde puse en la televisión el Informativo de Telecinco, no para informarme sobre el combate, no soy tan iluso; de hecho ni siquiera me había enterado de que Tyson había peleado. Al comenzar la información de deportes el director del informativo Vicente Vallés dijo «Vamos a hablar de boxeo… o de tongo».
Ésta es una acusación muy grave porque si hubo un tongo y amañaron el combate, es un delito de estafa hacia las miles o quizás millones de personas que pagaron por ver en el estadio un combate limpio, o pagaron por verlo por televisión, o hicieron apuestas sobre el combate. Si hubiera habido un sólo indicio racional de amaño la Justicia británica tendría que haber intervenido.
La realidad es que Mike Tyson le dió una auténtica paliza a Julius Francis; le derribó 4 veces en tres minutos y medio, y en la quinta ocasión que se fué al suelo, Francis asustado y cansado de recibir golpes se dejó caer, y el árbitro con buen criterio paró la pelea.
Entonces Vicente Vallés y su equipo lo que hicieron fue enseñar sólamente el último segundo del combate, en el que en efecto Julius Francis se deja caer, a cámara lenta repetidamente una y otra vez, y de esta manera llenaron los casi dos minutos que duró la noticia.
Si hablaron del combate lo lógico es que hubieran hecho un resumen en el que mostraran las cuatro caídas anteriores. Pero si hubieran hecho ésto ellos mismos se habrían delatado, y habría quedado muy claro que estaban engañando a sus televidentes, y que todo era una burda manipulación.
Si Julius Francis hubiera muerto no me cabe ninguna duda de que hubieran mostrado todas las caídas repetidamente una y otra vez, tantas veces como hubieran considerado oportuno, y habrían dicho aquello de «brutal combate de boxeo». Pero como Julius Francis no acabó en el depósito de cadáveres, el «brutal combate de boxeo» se convirtió en un tongo.
Yo no había visto el combate en directo, y en ese momento no sabía nada del mismo.
Unos minutos después cambié al informativo de Antena 3, y al empezar la información de deportes el redactor dijo textualmente «Ayer volvió el gran Tyson» ¿¿¿Cómoooo???, ¡¡¡Yo no entendía nada!!! Del tongo a la vuelta del gran Tyson había una diferencia abismal; y estaban hablando del mismo combate.
Tres años después me aboné a Vía Digital, y a las pocas semanas Xabier Azpitarte (q.e.p.d) reemitió en su programa este combate entre Tyson y Francis. Era la primera vez que lo veía, y tras visionar el combate la indignación que sentí fué enorme, tan sólo comparable con la impotencia que me produjo la facilidad con la que alguien con un micrófono y una cámara puede agredir al mundo del Boxeo con total impunidad.
Porque el mundo del Boxeo, «ese mundo lleno de tipos violentos y de mafiosos», en realidad se comporta como un niño debilucho e inofensivo, al que el matón de la calle golpea y maltrata cada vez que le apetece porque es incapaz de defenderse. Y éste matón ha osado molestar un poquito a otro que es tan matón como él, que aunque está en una silla de ruedas tiene unos amigos fortachones, y ahora el matón de la calle, el que se atreve con el niño debilucho incapaz de defenderse, se siente señalado; el mismo que no tiene problemas en señalar, estigmatizar y criminalizar a los boxeadores.
Y en su defensa alegan que la libertad de información es el bastión de la democracia. ¿Es la misma libertad de información y la misma democracia que le niegan a la gente del Boxeo? ¿Los periodistas que mienten y manipulan de forma premeditada, también son un bastión de la democracia? Esa libertad de información es la que quiere la gente del Boxeo, que se diga lo bueno y lo malo. Y no hay mayor libertad de información que emitir los combates de boxeo en directo, donde nadie puede editar las imágenes, y cortar por aquí y por allá, y pasarlas a cámara lenta, para adelante y para atrás como más le convenga.