Antonio Salgado Pérez
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Teleboxeo XLIX.- Barcelona, 30 de abril de 1974. Tony Ortíz vence por k.o.técnico en el 7º asalto a Roger Zami. Campeonato de Europa de los pesos superligeros.
UNA BATALLA CAMPAL
Tony Ortiz tiene 29 años y va a celebrar su combate profesional número 64. Ha sido campeón de España en los pesos superligeros y welters. Consiguió su entorchado europeo de los superligeros hace apenas un año, en Estambul, venciendo al local Cemal Kamaci. Y fracasó en su intento de apoderarse del trono mundial de la citada categoría, versión Consejo, en Turín( 16.2.1974), al ser descalificado en el octavo asalto ante el trasalpino Bruno Arcari, que también fue ofrecido por TVE.
Ahora pone en juego su título continental ante el francés Roger Zami, otro veterano del ring, que cuenta 33 años y que ha disputado 53 combates. Nacido en la isla de Guadalupe, Roger ha sido campeón de Francia y ha tropezado, en dos ocasiones, en pos de la corona continental, primero, ante su compatriota Rene Roque y, después, ante el ya aludido Cemal Kamaci.
Aquella batalla campal entre el campeón, Tony Ortiz y el aspirante, Roger Zami, no podía durar más de lo que duró. Sid Nadham, el árbitro de aquel frenético toma y daca no podía consentir una masacre sobre el ring. Y cuando aquella máscara de tragedia griega presentaba un inquietante rictus , producto de una lluvia de impactos enguantados, vino la paz, la ruptura de hostilidades.
Nunca hemos sido partidarios de esta clase de contiendas. Nos inclinamos por la técnica y la habilidad. Pero en honor a la verdad hemos de añadir que en rarísimas ocasiones tenemos la oportunidad de presenciar entre boxeadores técnicos, la bravura, valentía y bizarría que anoche prodigaron Ortiz y Zami. Ni estudios, ni planteamientos, ni tácticas. Después del toque inicial de campana, cada uno a lo suyo. Ortiz, a olvidarse que es el campeón; a llevar una iniciativa suicida si tenemos en cuenta que su rival venía no con dos potentes puños sino con un par de escalofriantes “·navajas”; porque las proyecciones del isleño eran puras” puñaladas” a los flancos, tronco y rostro del cordobés. Zami, que venía dispuesto a cubrirse lo mejor posible; que anhelaba la corta distancia para en ésta fulminar a su antagonista, apenas pudo seguir tal trayectoria porque, repetimos, Ortiz, convertido en revolucionario director de orquesta, se precipitó en una tumba abierta que, a Dios gracias, le otorgó resultados positivos.
Si el inefable Kid Tunero convertía en su robot particular a José Legrá, jamás ha podido hacer lo mismo con Ortiz, que cuando escucha el tañido de la campana, se olvida de todo. No se acuerda para nada de los formidables consejos del competente preparador, que segundos antes le ha soplado en ese singular confesionario que es el rincón del cuadrilátero. Y así vemos alarmados cómo quien luce la simbólica corona europea de los superligeros se lanza al ataque sin importarle para nada lo que pueda surgir del rival. En poquísimos combates- por no decir ninguno- donde está en juego una diadema de esta categoría se podrá apreciar como en todo un segundo asalto los protagonistas regresan a sus respectivos rincones casi pidiendo agua por señas. Como lo vimos anoche, aunque luego el poder de recuperación resultase milagroso. Y es que en esta ocasión eso de la dosificación del esfuerzo no existió en ningún momento.
Tony Ortiz vino a despertarse de su torpeza combativa en el quinto asalto. A partir de entonces implantó más sobriedad y conocimiento en su boxeo. Resguardaba su mandíbula en su guante derecho mientras lanzaba su izquierda en notables rectos, que iban a incrustarse en el rostro de su antagonista, que ya había gastado sus últimos cartuchos en los cuatro primeros asaltos donde estuvo a punto de darle-en un par de ocasiones- un susto mayúsculo al líder continental. Pues sí; cuando Ortiz “clavó” sus pies sobre la lona; cuando meditaba el ataque y concentraba toda su artillería en el estómago del francés, fue cuando comenzó el derrumbamiento de éste; un ocaso derivado no solo por el recio golpear del andaluz sino también porque hace unas semanas, en París, Zami fue zarandeado por el excampeón mundial welter, el USA Billy Backus. Que Roger Zami era ya fruta excesivamente madura se comprobó enseguida.
Derroche, repetimos, de valentía y coraje. Zami mientras tuvo fuerzas era toda una pesadilla. Con aquellos crochés en la corta distancia pudo haber enviado al país de Morfeo a Tony; pero este andaluz de Fuenteovejuna nos demostró, una vez más, su extraordinario poder encajador. Un poder encajador que esperemos no pase la cruel y habitual factura que suelen pagar con más amargura que satisfacción estos boxeadores casi inmunes al castigo.