Julio González

El próximo 14 de mayo, José Manuel Ibar “Urtain” cumpliría ochenta años. No existió en España un deportista tan famoso en los años setenta, pues su fama superaba a la de Luis Ocaña, José Manuel Fuente, Amancio Amaro, Paquito Fernández Ochoa, Ángel Nieto, Manuel Orantes, Manolo Santana o los olímpicos Mariano Haro y Carmen Valero. Solo había otro personaje que podía equipararse al púgil de Cestona, el torero Manuel Benítez Pérez “El Cordobés”.

Los comienzos de Urtain son conocidos, procedente del deporte vasco donde era levantador de piedras y poseía diversos récords.

El descubridor de Urtain, el empresario guipuzcoano Miguel Almanzor, fue quien vio un filón en el “Morrosko” (otro de los apodos que le hicieron popular en el mundo del boxeo). Se conocieron en una entrega de premios de levantamiento de piedras y propuso a Urtain probar suerte en el deporte del cuadrilátero. Por esa época, el vasco contaba con 24 años, ya mayor para la práctica del boxeo. En marzo de 1968 se pusieron manos a la obra y en el último piso de un local que poseía José Lizarazu, propietario del Hotel Orly de San Sebastián, comenzaron la preparación para hacer del robusto deportista un boxeador.

Debutó como boxeador en las fiestas patronales de Villafranca de Ordicia, actualmente Ordizia, en la Plaza de Toros, que se llenó hasta la bandera el 24 de Julio de 1968. Diecisiete segundos duró la pelea contra el santanderino Johnny Rodry, que fue lanzado fuera del ring.

Después del triunfal estreno la sucesión de triunfos en su carrera es colosal, el KO se repite hasta en veinticuatro ocasiones. Cierto es que la mayoría de los rivales carecen de renombre, algunos son más conocidos por sus oficios al margen del boxeo, como camioneros, carniceros, ferroviarios, etc.

La fama de Urtain es impresionante, llena todos los recintos donde combate, plazas de toros, polideportivos o teatros. Pero la polémica y el escándalo le persiguen. La sombra del tongo y las denuncias se suceden, los rivales son de escasa calidad técnica, y el escándalo brota en casi cada pelea que disputa. Los combates duran un asalto, dos o tres, la mayoría de sus rivales no aguantan un mínimo de tiempo, y los comentarios son que los rivales se tiran. Pero lo cierto es que la gente no abandona las citas de sus encuentros y cada vez acuden en mayor número a ver sus peleas.

En junio de 1969, un empresario mexicano le ofrece pelear en la capital mexicana contra “Pulgarcito” Ramos, por 10.000 dólares de bolsa (cifras elevadísimas para la época). El mexicano había disputado el título mundial a Joe Frazier, y la pelea finalmente no se celebraría. En la primera etapa de su carrera los rivales carecen de entidad, como es el caso de muchos grandes campeones. Mirando el récord de Mike Tyson, ¿alguien conoce a sus primeros rivales? Tyson consiguió diecinueve nocauts consecutivos, y los dieciséis primeros rivales son prácticamente desconocidos, y no estamos comparado las carreras de los dos púgiles, sino haciendo una apreciación.

En la segunda etapa que se inicia con la disputa del título continental la dinámica cambia y a partir del europeo los rivales son boxeadores del primer nivel europeo y en algunos casos clasificados a nivel mundial, como Cooper, Blin, Goyo Peralta o “King” Román. La primera prueba de fuego es la disputa del título europeo del peso pesado, el 2 de abril del 1970. El campeón es el alemán Peter Weiland, que acababa de coronarse campeón de Europa al derrotar por KO en un asalto a Bernard Thebault.

Urtain-Weiland

Urtain vence por nocaut en siete asaltos y es su vigesimoquinta victoria antes del límite, un récord mundial entre los grandes pesos. Pocos acontecimientos en nuestro país han movilizado tanto entusiasmo entre los aficionados. El combate se celebró en el Palacio de los Deportes de Madrid. Se consiguió récord de recaudación y se paralizó el país para ver por televisión la velada. Acudieron cinco ministros del gobierno franquista, aparte de grandes personalidades del mundo de la cultura y del espectáculo.

Cien periodistas acreditados de todo el mundo y más de treinta fotógrafos alrededor del ring, además. Se batió el récord de recaudación en un evento deportivo, superando al Real Madrid en Copa de Europa, nueve millones en taquilla con cuatrocientas entradas a cinco mil pesetas. Urtain llegó a cobrar casi dos millones de pesetas, algo que solo dos hombres en España podían conseguir: el de Cestona y “El Cordobés”.

Nada más ganar el título europeo, las clasificaciones mundiales lo sitúan como el séptimo peso pesado del mundo. Después realiza una gira por Estados Unidos, sin pelear debido a su fama y a que el empresario americano Georges Parnassus pretende hacerle debutar en Estados Unidos, y decide continuar con sus compromisos europeos.

Urtain derrota a Juergen Blin, en defensa del título europeo, oponente que se llegó a enfrentar a Muhammad Ali. Esta pelea también supondría un gran acontecimiento, y se celebró en Barcelona, donde se volvieron a batir todos los récords. Seguidamente seria derrotado, y perdió el título continental por lesión ante el inglés Henry Cooper, primera figura mundial que había disputado el título mundial al propio Ali. Urtain tuvo sus opciones y rindió a buen nivel.

Urtain-Cooper

Un año después volvería a conquistar el título continental, con una espectacular victoria por KO en dos asaltos ante Jack Bodell. El inglés acababa de ganar el cetro europeo al derrotar a Joe Bugner, quien disputaría el título mundial a Ali, y que curiosamente nunca quiso pelear con el Morrosko, por lo que sería desposeído del cinturón continental por la EBU.

Antes de la pelea con Bodell, Urtain pelearía contra un boxeador de nivel mundial, como es el caso de Gregorio “Goyo” Peralta, el argentino que había disputado el título mundial del peso semipesado a Willie Pastrano. La pelea con Peralta fue espectacular, se celebró en el Palacio de los Deportes de Madrid y de nuevo se batirían todos los récords de recaudación. Perdería Urtain por abandono, pero antes estuvo cerca de noquear al argentino. Años más tarde, el autor tuvo la suerte de conocer al campeón argentino, y en una de estas charlas, Goyo me confesó que Urtain había sido uno de los hombres que más fuerte le habían pegado en su carrera profesional. Goyo había peleado en dos ocasiones contra George Foreman y había perdido por puntos y por KOT, no pudiendo noquearlo el gran campeón norteamericano.

Antes de ganar el europeo se había coronado campeón nacional, al vencer por KO en dos asaltos al gallego Benito Canal, donde otra vez se había desatado la polémica. En el segundo asalto, Canal se tiró al suelo alegando que Urtain le había pegado en la nuca. Se formó un gran escándalo y la Federación sancionó al gallego y le retuvo la bolsa.

Tras estas peleas vinieron combates importantes en su carrera. El 3 de abril de 1972 disputó en San Juan de Puerto Rico una eliminatoria mundial contra el local José “King” Román, y perdió por puntos. Seguidamente perdería el título europeo contra el alemán Blin, hombre al que ya había ganado un año antes en Barcelona. En ese año terminaría enfrentándose a Vicente “Paul” Rondón, excampeón del mundo que había perdido el título semipesado contra Bob Foster. En mayo de 1974 venció por KO en cuatro asaltos a Richard Dunn, púgil inglés que años después enfrentaría a Muhammad Ali por el título mundial.

También tuvo lugar la revancha contra King Román en Madrid, en combate que terminó en nulo. A finales de 1974, sufrió el primer KO de su carrera, infligido por el argentino residente en nuestro país Santiago Lowell.

Al año siguiente, cuando su carrera parece llegar a su fin, ganó al cántabro Casimiro Martínez el título nacional, el 2 de julio de 1975 en el Campo del Gas. Lo revalidó contra el almeriense José Antonio Gálvez y contra pronóstico venció al italiano Dante Cane por puntos el 21 de julio de 1976, pero dos meses antes sufrió la que seguramente fue su derrota más dolorosa. Alfredo Evangelista, el discípulo de “Kid Tunero”, lo derrotó el 14 de mayo en el Palacio de los Deportes de Madrid en cinco asaltos por KOT Esta pelea supuso para Urtain una humillación al ser derrotado por el relevo generacional que todo el mundo esperaba.

El organizador de esta velada fue el promotor Puerta, que se jugó la cantidad de 1.500.000 pesetas, cantidad muy importante en aquellos años. El combate se desarrolló con un Alfredo Evangelista dominador desde el primer asalto. Solo en este asalto Urtain respondió a los golpes del charrúa, moviéndose bien a su alrededor. En el quinto, el entrenador de Urtain, Alfonso del Rio, tiró la toalla para evitar que su pupilo siguiera recibiendo castigo.

La noche del combate Urtain cumplía 33 años y su despedida del ring fue un homenaje respetuoso del público que llenaba el Palacio de los Deportes madrileño. La confirmación de que el tiempo no pasaba en balde fue su última pelea como profesional el 12 de marzo de 1977. Disputó ante el belga Jean Pierre Coopman la corona europea en Amberes (Bélgica), y perdió por KOT en cuatro asaltos.

Urtain-Coopman

Las cifras de las bolsas de Urtain desde sus comienzos son espectaculares. En los cuatro primeros combates como neoprofesional se embolsó la cantidad de 1.190.000 pesetas, una autentica fortuna en la época. Ya como profesional se calcula que sobrepasó los ocho millones de pesetas en ingresos, en concepto de bolsas, publicidad personal, derechos de televisión, contratos publicitarios con Soberano y 100.000 pesetas de una fábrica de muñecos que llevaba su nombre.

El promotor Xabier Azpitarte fue uno de los últimos organizadores en la carrera del Morrosko, y en un bonito artículo tras su muerte escribió: “A mí no me consta que los primeros combates de Urtain estuvieran amañados. Yo tuve la suerte de organizar algunos de los últimos combates y puedo prometer por mi honor que Urtain combatió de verdad, sin arreglo de ningún tipo con los adversarios”.

Por desgracia una vez retirado del mundo del cuadrilátero la vida de Urtain sufrió muchos altibajos, los negocios no le fueron bien, su vida familiar tampoco, con la separación de su primera mujer, y con la relación de su segunda mujer, con la que tuvo dos hijos y tres de la anterior. Acuciado por las deudas y el alcohol se suicidó a las 9:50 de la mañana del 21 de julio de 1992, arrojándose desde un décimo piso de la calle Fermín Caballero, en el madrileño Barrio del Pilar.