Daniel Pi
@BastionBoxeo
Cuando Terence Crawford se convirtió en monarca unificado e indiscutido del peso superligero aunando los títulos WBA, WBC WBO e IBF, los retos a su altura en la división no le faltaban, dado que podría haber afrontado los dos combates más difíciles de su trayectoria en esta categoría midiéndose a los aspirantes oficiales IBF y WBA, respectivamente, los imbatidos Sergey Lipinets (12-0, 10 KO) y Rances Barthelemy. Con todo, teniendo estos dos boxeadores limitado renombre pero una carga de riesgo altísima, Crawford optó por dejar sus cetros vacantes y encaminarse a un peso wélter en el que abundan las estrellas, que le garantizarán tanto ingentes bolsas como la posibilidad de afianzar su legado.
Así, se ha creado un vacío total en la categoría, que ahora mismo se encuentra sin monarcas, cosa que empezará a cambiar este sábado cuando, en el Barclays Center de Nueva York (Estados Unidos) y en la cartelera del segundo Wilder-Stiverne, los coaspirantes Lipinets y Akihiro Kondo (29-6-1, 16 KO) se enfrenten en un campeonato mundial por el cinturón vacante IBF del peso superligero.
Señalando que en las casas de apuestas se paga tanto, e incluso más, por la victoria de Kondo ante Lipinets que por la de Stiverne ante Wilder, se puede tener una idea clara de lo mal emparejado que está este mundial, evidenciándose que desde el organismo valorado como el más constante y serio, la Federación Internacional de Boxeo, a veces también se configuran los rankings de forma muy cuestionable y se nombran púgiles inadecuados para las mayores oportunidades.
En cualquier caso, esto no se aplica a un Lipinets que es un temible boxeador y que ha desarrollado su carrera afrontando apreciables retos. Con notable bagaje en el boxeo amateur y en el full contact, el ruso de origen kazajo ha escalado hasta el número 1 de la lista mundial en poco más de tres años y medio y con un estupendo recorrido, superando a rivales de mucha dureza como el imbatido estadounidense Haskell Rhodes, el rocoso georgiano y extop 15 Levan Ghvamichava, el nicaragüense Walter Castillo (próximo rival del excampeón Devon Alexander) y, finalmente, en una eliminatoria, al exretador mundial Lenny Zappavigna. De todos modos, no demostró tanto con los rivales superados como con la forma de lograrlo, consiguiendo nocauts uno tras otro en los que puso de manifiesto gran talento y una enorme habilidad tanto al contragolpe como presionando.
Por contra, el japonés Kondo ha tenido una trayectoria reciente nada brillante, puesto que, después de una racha de irregularidad en la que padeció tropiezos ante adversarios del nivel de Nihito Arakawa y Ricky Sismundo, ha encadenado ocho triunfos pero ante rivales asequibles o muy asequibles, entre ellos dos boxeadores tailandeses debutantes. Así, no habiendo superado a un solo adversario de nivel medio-alto desde 2009 y ni siquiera habiéndose hecho con algún título menor IBF que sirva de coartada a la sobrevaloración en la lista de dicho organismo, Kondo se alza a un campeonato en el que, a pesar de sus innegables cualidades, podría ser visto por muchos como una víctima propiciatoria.
Y es que se puede esperar que Lipinets, a pesar de contar con tres veces menos rounds disputados como boxeador profesional, aproveche su formidable velocidad de manos, su destreza en el golpeo con variación de altura y sus demoledores y precisos contraataques para impactar sus hooks enlazados y sus directos aislados sin que la ambición y la calma de un Kondo con sólida técnica puedan impedir una amplia victoria del favorito. Dado que el japonés nunca ha perdido antes del límite y siempre se muestra altamente combativo, Lipinets deberá esperar una pelea larga, quizás con algunos duros intercambios, y con notable desgaste pero, siendo un sensacional golpeador al torso que abruma más por la constancia y la precisión de su trabajo que por el mero poder de sus manos, habrá tantas posibilidades de que pueda lograr un nocaut tardío como de que no deje lugar a la duda en una eventual lectura de tarjetas.
Tanto Lipinets como Kondo dieron el peso sin problemas, parando el primero la romana en 63,3 kg y el segundo en 63,2 kg, ambos por debajo del límite del peso superligero (63,5 kg).