Christian Teruel
@Chris_Le_Gabach

A rey muerto, rey puesto. Teófimo López destronaba a Vasyl Lomachenko, convirtiéndose en el monarca absoluto del peso ligero. Además, el ucraniano también así se caía del pódium del top de todos los pesos. Tras esa derrota, Hi-Tech ha desaparecido no solo de la realeza sino también de toda conversación. Desterrado como la principal noticia de actualidad en el telediario de ayer y como lo será mañana la de hoy. Nadie hablara de nosotras cuando hayamos muerto, que decía aquella película española.

Su impresionante récord amateur (396-1), dos oros olímpicos, y varios títulos mundiales como profesional (siendo el más rápido en conseguir cetros en tres distintos pesos) entre otros logros, han sido victima de la amnesia en la consciencia colectiva del mundo del boxeo. Al igual que la admiración y elogios que otrora provocaban sus heterodoxos métodos de entrenamiento y su formidable técnica. Como muchas personas de mediana edad en el mercado laboral, Lomachenko está viviendo en sus carnes la postergación, a pesar de estar todavía en su prime y de contar con una gran experiencia y valiosas capacidades.

Ahora todos los focos apuntan hacia el campeón y los demás jóvenes aspirantes. Teófimo Lopez, Ryan García, Devin Haney y Gervonta Davis son los nombres más citados en la terna de los mejores en la división de peso ligero, quizás la que más talento aglutina. ¿Y a qué se debe esto? Ninguno de ellos puede igualar el currículo de Loma y encima del ring puede dar guerra a todos ellos.

Incluso podríamos aplicar semejante conclusión con Linares o Commey. Pero le falta algo que no se entrena: carisma. Cosa que los arriba mencionados saben explotar bien. Lo mismo los puedes ver en el podcast de Tyson, en un directo en Instagram o interactuando con los fans en Twitter, echándose unas risas y retándose entre ellos. Lomachenko no es capaz de hacer nada de eso. Y resulta curioso que, contando con la barrera del idioma y la edad y las diferencias culturales, a Usyk no le provoca el mismo perjuicio.

Tampoco ayudan algunas de las excusas que mencionó tras el pleito contra López. Ni el abandono en el esfuerzo promocional al que está sujeto (al igual que Crawford) por parte de Arum. Tal y como funciona el negocio, todo lo comentado reunido resulta un gran hándicap.

A pesar de todo, al final, todo es consecuencia de lo que pasa dentro de las dieciséis cuerdas. Es lo que verdaderamente lleva a la cima. No hay mejor publicidad que ganar y boxear bien. Y el ucraniano vuelve a tener la oportunidad de redimirse y ofrecer sus cualidades. Se rumorea que su próxima pelea será con Masayoshi Nakatani, el duro púgil japonés que viene de noquear a Verdejo en una guerra y que le dio un infierno de combate a Teófimo.

De su boxeo y mentalidad depende volver más fuerte del ostracismo, como el personaje interpretado por Di Caprio en The Revenant. O como él mismo hizo después de su derrota contra el Siri Salido, venciendo a otro superclase como Gary Russell Jr y convirtiéndose en campeón mundial por primera vez. No hay mejor prueba de confianza que esa.