Darío Pérez
@ringsider2020

Esta mañana en el Ariake Arena de Tokio (Japón) hemos asistido a una buena velada de boxeo que ha culminado con la unificación de las cuatro coronas del peso supergallo, buen duelo entre dos contendientes que aportaban dos campeonatos por barba.

El local Naoya Inoue (26-0, 23 KO), reafirmándose como uno de los mejores de todos los pesos, ha podido con el filipino Marlon Tapales (37-4, 19 KO) para proseguir su racha de victorias antes del límite y peleas de campeonato mundial vencidas. Inoue salió con calma frente a un rival que no vino a dar guerra sin cuartel ni a dejar pasar los asaltos, sino adoptando una postura razonable de intentar ver hasta qué punto el nipón iba a por él. Daba algunas réplicas al campeonísimo, pero daba la sensación de que las manos de Tapales eran muchísimo menos lesivas que las de su adversario. En el cuarto round, se produjo la primera caída del filipino en una de las primeras combinaciones largas sufridas, pero fue salvado porque eran los segundos finales. Se recuperaría bien el tagalo para seguir dando relativa batalla e incluso buenos parciales como el séptimo, único del combate del que podríamos debatir el ganador, metiendo sus manos al cuerpo desde la guardia zurda. Finalmente, la diferencia de pegada se hizo patente y la pelea avanzó favorable al Monstruo, llegando al décimo asalto en el que, tras varios impactos cruzados al lateral del rostro, Tapales tuvo que poner pie a tierra y sacar la bandera blanca, escuchando la cuenta completa.

Es la segunda división barrida por Naoya Inoue y lo ha conseguido en su asimismo segundo combate en el supergallo, un hito espectacular que le asienta, tal como decíamos, en el podio de los llamados libra por libra. Su récord de 21-0, 19 KO en pugnas de título mundial es un registro no menos remarcable, sin que militar en pesos livianos suponga un descrédito al mismo. Tapales demostró ser un dignísimo rival y, salvo que le queden secuelas físicas, aún tiene mucho que decir en el pugilismo de cara a los próximos años.

En el resto de la gala, vimos uno de los mejores pleitos del año en forma de campeonato japonés del peso gallo, donde Seiya Tsutsumi (10-0-2, 7 KO) mantuvo agónicamente la faja frente a Kazuki Anaguchi (6-1, 2 KO). El aspirante fue mejor y abrió un corte en el párpado a Tsutsumi que bien pudo ser motivo de finalización del combate, pero sufrió nada menos que cuatro derribos por ir a lo kamikaze en una batalla que no le convenía. La última caída, a pocos segundos del tañido final de la campana, fue decisiva para las puntuaciones de 95-91 y doble 94-92.

Los demás combates no tuvieron sorpresa, con triunfos por KO de los locales Andy Hiraoka (23-0, 18 KO) en el peso wélter, Kanamu Sakama (9-0, 8 KO) en el mosca y Yoshiki Takei (80. 8 KO) en el límite supergallo. Fueron buenas oportunidades para ver a tres nombres que pueden dar mucho que hablar a medio plazo, pero que, como por desgracia estamos acostumbrados, no pudimos ver lícitamente en nuestro país.