Daniel Pi
@BastionBoxeo
En la que fue su 60ª victoria, la estrella filipina Manny Pacquiao (60-7-2, 39 KO) derrotó la pasada madrugada en la Axiata Arena de Kuala Lumpur (Malasia) al argentino Lucas Matthysse (39-5, 36 KO), al que se impuso por nocaut técnico en el séptimo asalto con una actuación en la que rindió a un excelente nivel, tanto que realmente pareció renovado respecto al combate que ofreció ante Jeff Horn. Hay que subrayar que con este Pacquiao logró su primer triunfo antes del límite desde que venció a Miguel Cotto en 2009 o, dicho de otro modo, la única victoria sin lectura de cartulinas de sus últimos diez triunfos.
Evidenciando una excelente velocidad, en el primer round Pacquiao lanzó agresivas arremetidas con su izquierda recta, aislada o enlazada con croché diestro, y con golpes al torso, mientras Matthysse, que en teoría iba a tratar de tomar la iniciativa, se veía empujado a una posición defensiva. Ante los ataques del filipino, “La Máquina” realizó buenos bloqueos y alguna efectiva esquiva, pero su jab era carente de efecto y su derecha a la contra sólo llegaba de forma muy esporádica, si bien mantuvo el orden y trató de avanzar sobre su rival.
Alcanzado el tercer asalto se llegó a un punto de inflexión, ya que Pacquiao anotó un uppercut de izquierda que tumbó a Matthysse, provocando un estallido de júbilo en el estadio. De todas formas, aunque por momentos tuvo que desplazarse cercano a las cuerdas hostigado por su rival, Matthysse se repuso en poco tiempo, si bien el dominio de la pugna de Pacquiao se agrandó de forma permanente, con el argentino siendo golpeado por afilados jabs, crochés de mano adelantada, zurdazos o por uppercuts, que el senador-boxeador impactaba tanto a la contra como en centelleantes ofensivas.
Aunque durante instantes Matthysse buscó mantenerse activo de manos y conservó el centro del ring, casi siempre sus ofensivas se quedaban cortas, controlando perfectamente la distancia Pacquiao con sus efectivas entradas y salidas y con eventuales cambios de línea, que eran sucedidos por claros golpes de poder. Con el noqueador sudamericano visiblemente frustrado por la increíble rapidez de Pacquiao, los ataques del filipino siguieron llegando de forma nítida, logrando con un croché diestro, de contundencia aparentemente limitada, obligar a Matthysse a poner la rodilla en la lona en el quinto asalto. Finalmente, tras un sexto episodio en el que Pacquiao conectó, entre otros puños, rectos y golpes ascendentes, en el séptimo round un uppercut zurdo precedido por un croché diestro volvió a poner a Matthysse de rodillas en el tapiz, tirando el protector bucal, cosa que llevó al árbitro a detener su cuenta y decretar el final.
Seguramente muchos de los fans de Pacquiao querrán que utilice esta pelea como un broche final a su maravillosa carrera, evitando con el retiro poner en riesgo su salud contra una élite de la división del peso wélter muchísimo más joven y en el punto culminante de su rendimiento. De todos modos, aunque no tiene absolutamente nada que demostrar, otros muchos de sus seguidores querrán, ahora que ha amagado con volver a ser el del pasado, que busque un choque trascendental que agrande todavía más su ingente legado boxístico.
Opciones no le van a faltar, ya que con la posesión del cinturón regular WBA del peso wélter, sobre el papel, se convierte en retador obligatorio del campeón absoluto WBA Keith Thurman y hay una infinidad de púgiles de relieve que han manifestado públicamente el interés en un duelo ante él, como Terence Crawford, Vasyl Lomachenko o Amir Khan. Por el momento, en la entrevista posterior al combate Pacquiao no quiso hacer declaraciones sobre su futuro (tampoco quiso Matthysse), sumiendo en la incógnita esta cuestión. No obstante, si el deseo de Pacquiao era seguir combatiendo incluso cuando sus actuaciones dejaban que desear y estaba inmerso en una campaña política, no parece irracional pensar que esta pelea ante Matthysse no será la última vez que le veamos sobre un ring.