José Manuel Moreno
@josemorenoco
El filipino Manny Pacquiao volvió a la cúspide del boxeo tras ganar este sábado al hasta ahora invicto Timothy Bradley y proclamarse de nuevo campeón mundial del peso wélter de la WBO. Bradley llegaba a la pelea como nº 3 libra por libra del mundo, mientras que Pacquiao, antiguo nº 1 había dejado muchas dudas en sus últimos combates, desde que perdió por el recordado nocaut ante Juan Manuel Márquez. El combate tuvo menos nivel del esperado. 15.601 espectadores en el majestuoso MGM Grand Arena de Las Vegas y la expectación de las grandes ocasiones. Los primeros cinco asaltos fueron el escenario esperado por todos: Bradley llevando la iniciativa y Pacquiao mostrando la peligrosidad de toda la vida, pero boxeando a la contra, algo que no hacía en sus años dorados cuando asfixiaba a los rivales con un ritmo insoportable.
Así, pasados esos primeros cinco rounds, las cartulinas mostraban ventaja favorable a la «Tormenta del Desierto» como pomposamente se hace llamar Bradley. Pero a partir del sexto round, Manny Pacquiao comenzó a recordar al boxeador temible de 2008-2009 y pasó a dominar ampliamente ante un Bradley que evidenció algún problema físico y que se vio claramente superado hasta el final del combate. Pacquiao era más en todo, en agresividad, cosa que se esperaba, pero también en las demás facetas, donde cabía esperar más de un Bradley que se había quejado amargamente en la víspera del ninguneo a que había sido sometido tras su injusta victoria en la primera pelea entre ambos.
Pacquiao no es el que era, de acuerdo, el de hace unos años hubiera ganado ayer por nocaut, pero aún así es infinitamente mejor que un Bradley que aún no está a ese nivel que en el boxeo moderno solo han exhibido Floyd Mayweather y Manny Pacquiao. Las cartulinas esta vez impartieron justicia: 118-110, 116-112 y 116-112 a favor del filipino. Curiosamente, el ya excampeón lanzó más golpes que el filipino de 35 años: 839 por 751. Pero el porcentaje de acierto habla a las claras de la falta de precisión del estadounidense, un raquítico 19 % por un 34 % de «Pac Man». En golpes de poder, aún más nítida la diferencia: 190-108 a favor de un Pacquiao que tras esta nítida victoria ha pedido cita y hora a un ilustre vecino de Las Vegas: un tal Floyd Mayweather, que a ver qué excusa pone ahora para negar a los aficionados la pelea que llevan esperando desde hace más de cuatro años.