Christian Teruel
@Chris_Le_Gabach

Se desconocen los detalles de los problemas que han llevado a Ryan García a cancelar su pelea de julio contra Javier Fortuna. Se habla que se debe a temas relacionados con la salud mental. Puede que, causados por asuntos personales, familiares o profesionales. Tampoco es difícil imaginar que la presión y las críticas hayan podido mermar su bienestar.

Antes a los boxeadores apenas les llegaba ruido desde fuera de la burbuja en la que se encontraban con sus palmeros. Sin embargo, ahora, tweet a tweet y vídeo a vídeo, al deportista le puede acabar afectando psicológicamente como una forma de gota china. Y es que hoy, deben estar tan preparados en cuerpo para encajar doce asaltos y golpes bajos como en mente para encajar reproches e improperios. Tan importantes son los consejos desde una esquina como desde una consulta, sobre todo tratándose de gente joven.

Y es que tiene que enfrentar a muchas opiniones no pueden ser de su agrado. Como la de que es un boxeador con condiciones y habilidades para poder hacer algo importante, pero que sus delirios de grandeza y comportamientos rayan a veces la vergüenza ajena dentro de un entorno boxístico.

Tenerlo en consideración como a cualquier prospecto que destaca pero que todavía no ha ganado nada. Juicios así, peores y mejores ahora se sobredimensionan a niveles “kingkongnescos” debido a las redes sociales donde Ryan, a parte de tener una legión masiva de seguidores y detractores, era bastante activo.

Y todo es posiblemente alimentado y aprovechado en gran parte por medios, promotores y organismos que saben que dichos actos y comentarios llaman la atención y atraen ingresos sin reparar en el modo de obtenerlos. Ahora sí, todos ellos tienen preocupación y muestran apoyo a una naranja que apenas acababan de recolectar del árbol y ya la tienen bien exprimida.

A pesar de la opinión del que escribe esto sobre Ryan García, como la de muchos, no se puede considerar de hater. Odiar es un sentimiento muy fuerte y negativo, que carcome por dentro y perjudica tanto al que lo siente como al destinatario. Y más innecesario todavía si se trata de alguien al que no se conoce personalmente ni ha hecho nada malo. Si bien su comportamiento fuera del ring también se debe tener en cuenta dentro de ese contexto boxístico mencionado arriba, a la hora de juzgarlo, debería ser solamente por su rendimiento deportivo. Y es justo y honesto decir si ambos no son del gusto sin ser tomados como odiadores.

Tampoco se trata de disculparse por tener un concepto no favorable hacia un púgil, siempre y cuando este venga desde la sinceridad, el sentido común y el respeto. Aún así, viendo casos como el de Ryan García es difícil el evitar sentirse algo culpable, aunque no se haya hecho algo con intención de provocar el mal. Como cuando compras una camiseta o unas zapatillas y al mirar la etiqueta ves que está fabricada en Vietnam.