Daniel Pi
@BastionBoxeo
Desde que se anunció el acuerdo para el campeonato mundial IBF del peso wélter entre los invictos Errol Spence Jr. (24-0, 21 KO) y Mikey García (39-0, 30 KO), e incluso antes, cuando se empezó a hablar de la posibilidad de que se diese esta pelea, muchos aficionados y expertos no entendieron qué había llevado al segundo a saltar dos divisiones para enfrentarse al hombre del saco del peso wélter, un “The Truth” que justificadamente puede ser considerado el número 1 de la categoría al menos por las veces que sus posibles adversarios de la élite lo han eludido pública y flagrantemente.
En todo momento desde el anuncio oficial, García afirmó que había visto algo en el boxeo de Spence, una especie de punto débil decisivo, que podía aprovechar para hacerse con la victoria, convirtiéndose así la pregunta inicial, “¿por qué?”, en “¿qué ha visto Mikey?”.
Con el paso del tiempo ese optimismo en poder explotar una brecha se ha ido contagiando a su equipo, y el “Mikey ha visto algo” que todas las personas cercanas a él repetían como una consigna durante semanas pasó a ser un “hemos visto algo”, que ya afirman todos los implicados en su preparación.
A casi todo el mundo le cuesta ver qué puede ser ese as en la manga más allá de aprovechar cosas que saltan a la vista pronto, como las limitadas cualidades defensivas de Spence o su deliberado descuido de la guardia con tal de conseguir impactar sus golpes de poder, cosa que podría usar a su favor García para conectar su temible uno-dos de forma consistente.
Pero aunque se pueden sumar algunos otros aspectos como este, difícilmente se puede pensar en otro escenario que no sea ese en el cual el fortísimo monarca, que sobre el ring estará más cerca del peso medio que del wélter, usará su ventaja en tamaño, potencia y velocidad para hostigar duramente a un boxeador que logró su primer título en el peso pluma (57,2 kg), cuatro divisiones y casi diez kilos por debajo del peso wélter (66,7 kg) en el que combatirá este sábado. Y es que mayoritariamente se está dando por válida aquella frase clásica que dice que entre dos boxeadores muy buenos, gana el más grande.
De todos modos, aunque la casi totalidad de los púgiles y entrenadores a los que se ha preguntado por esta pelea, junto a los analistas de prestigio, coinciden en considerar que el enfrentamiento será ganado por Spence y que cualquier otro resultado sería una de las mayores sorpresas de los años recientes, el duelo ha despertado una enorme expectación, y no sólo para merecer ser considerado uno de los mayores cruces de 2019.
El interés por el choque ha sido tal que ha servido para que los organizadores hayan recurrido al AT&T Stadium de Arlington (Estados Unidos), con capacidad para 100.000 personas (las previsiones no esperan que se llene), y que hayan decidido efectuar con este el primer evento en pago por visión en FOX del nuevo acuerdo de esta cadena con PBC.
Quizás, más allá de lo que pueda dar o no la pelea, el interés del público está justificado por el hecho de que García, que en su última pelea combatió en el peso ligero, ha mostrado un enorme valor y un inconmensurable deseo de alcanzar la grandeza en una época en la que abundan los que buscan excusas para evitar los grandes retos dentro de su propia división y donde muchas veces se prefiere recurrir a empresas profesionales de marketing y propaganda para desestabilizar a los rivales en lugar de buscar batirlos con los puños.
De hecho, lo arriesgado y meritorio de este movimiento de García implica que, si gana, lograría una victoria simplemente histórica, que por si sola le bastaría para intentar reclamar el número 1 de todos los pesos y poner un pie dentro del Salón de la Fama. Por otro lado, si pierde, el crédito de García se mantendrá muy elevado, pudiendo apoyarse además en la enorme bolsa que ganará en esta pelea (se habla de no menos de siete ceros) y en su condición de participante en el combate estelar de un pago por visión para ser tratado en adelante como una de las grandes estrellas del pugilismo actual.
Debido a los beneficios que le reportará la pelea incluso si es vencido, han surgido voces que consideran que la decisión de García de retar a Spence no es un gesto de grandeza sino una “huida hacia adelante”, puesto que, según se afirma, en lugar de aceptar una unificación en el peso ligero con Lomachenko en la que podría ser desmantelado tácticamente y dejado en evidencia por un boxeador más pequeño, ha optado por aceptar una pelea millonaria que sabe que va a perder pero que nadie le puede reprochar como una escapatoria fácil. Además, si lograse alcanzar las cartulinas y ofrecer rounds contendidos su actuación sería equiparada casi a una victoria.
Dejando de lado esta extendida teoría según la cual, resumidamente, García habría decidido sacrificar su récord invicto para mejorar su prestigio de forma trascendental, considerándose que saca mucho más de una derrota ante Spence que de una victoria ante la mayoría de los peso ligero o superligero, la nota negativa de esta pugna ha venido dada por la cuestión del dopaje, que ha tenido no poco peso en estos meses previos al enfrentamiento.
Esto no es algo nuevo, puesto que, por ejemplo, antes de la revancha entre Hearns y Leonard, el primero aseguró que su rival había tomado esteroides, ya que consideró, junto a diversos periodistas, que “Sugar” había aumentado su musculatura de manera imposible en sólo dos meses. La diferencia respecto a este precedente es que en 2019 las redes sociales difunden a gran escala las acusaciones y crean atestados bandos enfrentados que intentan crear una larga sombra para rodear al boxeador rival.
Desde sectores afines a García las acusaciones de que Spence se dopa, comparándolo con un Jermell Charlo que entrena en el mismo gimnasio y del que se sospecha desde hace tiempo, no han sido sutiles, pero tampoco lo ha sido el propio Spence, que posteó una foto reciente de su adversario y, con tono humorístico, achacó al uso de esteroides su mejora en musculación.
Por otro lado, García no ha ayudado a disipar las críticas trasladando sus entrenamientos por primera vez en su carrera al centro que posee Victor Conte, un creador de suplementos condenado por dopaje y que fue la pieza clave del escándalo BALCO, en el que confesó dopar a atletas como Marion Jones, Tim Montgomery o Dwain Chambers.
Conte asegura ser ahora un luchador contra el dopaje y es uno de los principales impulsores de VADA, pero muchos siguen sospechando de él y de su nueva marca de suplementos (Willie Monroe está relacionado con Conte y ha dado un positivo en un test), haciendo que no sean pocos los que miren con suspicacia cualquier aumento de musculatura de García, del cual se dice que ya ha hecho una transición completa hasta convertirse en un peso wélter de pleno derecho y que ya no podrá volver al peso ligero.
Pasando a las consideraciones tácticas del cruce, Spence se verá obligado a llevar la iniciativa y a buscar la victoria antes del límite, puesto que el púbico y los expertos estadounidenses no le tratarían con benevolencia si alcanzase el veredicto de los jueces y ni siquiera si terminase cediendo terreno ante un aspirante con una gran desventaja en tamaño y adaptación al peso. Por ello, y habiendo reclamado durante tanto tiempo peleas insignes que la cumbre del peso wélter se negaba a darle, se debería esperar un Spence agresivo, en busca constante de sus temibles golpes de poder al torso y de conectar su mermadora izquierda.
Por otro lado, García ha sugerido varias veces su intención de olvidarse de un KO y de limitarse a tratar de ser tácticamente superior durante el choque reduciendo la potencia de sus golpes pero conectándolos con frecuencia, precisión y velocidad, se intuye acompañado de un notable dinamismo.
De todos modos, aunque es evidente que García tiene enormes cualidades boxísticas, como una formidable gestión de los espacios, una astucia desbordante y un aprovechamiento despiadado de los errores rivales, y si bien las apuestas están relativamente parejas, será realmente complicado que pueda contener el empuje de un boxeador no sólo 9 cm más grande, con 10 cm más de alcance y que rehidratará muchísimo más que él, sino también un púgil que es indudablemente hábil, rápido e implacable para acortar las distancias, zurdo y que tiene uno de los instintos de nocaut más desarrollados de todos los pesos, además sumado a un 88% de triunfos antes del límite.
En cualquier caso, y teniendo en cuenta que las casas de apuestas parecen pretender aumentar sus ganancias con cifras igualadas para la victoria del combate a la vez que pagan cantidades muy bajas por el triunfo antes del límite de Spence, cosa que deja claro que es lo que consideran lo más probable, hay un hecho que parece tener más trascendencia que la falta de rounds en 2018 del campeón.
Este hecho es que si en el peso superligero un Broner que no tira manos y que sufre para decantar las peleas (y que llena carros de comida basura como alimentos durante su preparación para un combate) y un Lipinets que llegaba de no cumplir las expectativas ante Akihiro Kondo lograron capturar entre cuatro y tres asaltos ante García, ¿qué no podrá lograr un Spence que muchos consideran un top 10 de todos los pesos y que es mucho más grande y potente que ambos?
Son quizás estos dos precedentes, en los que García perdió muchísimas energías desde el octavo asalto, o incluso antes, y en los que encajó golpes de poder muy nítidos, los que deberían relativizar más sus opciones y los que le dejan en una posición comprometida para aspirar a un triunfo que cambiaría su carrera y el pugilismo de una forma que ni siquiera podemos intuir.
Afortunadamente, la esperada pelea Spence-García esta vez no será pasada por alto en España, ya que desde las 2:00 de la madrugada del sábado al domingo Eurosport 2 y Eurosport Player emitirán el evento en nuestro país, cartel que incluirá también el choque del peso supermedio entre el excampeón David Benavídez y J’Leon Love, la pelea del peso gallo entre los exmonarcas mundiales Luis Nery y McJoe Arroyo y el duelo del peso pesado entre el exretador mundial Chris Arreola y el invicto Jean Pierre Augustin. Como curiosidad, en Estados Unidos el evento costará 75 dólares, o sea 66 euros.