Stephen Fulton

Christian Teruel
@Chris_Le_Gabach

Según la biografía de Kratos, el guerrero del videojuego God of War (que nada tiene que ver con el de la mitología griega original) se convierte en el Dios de la Guerra tras matar a su mentor, quien poseía tal honor, Ares. Después, la historia sí que toma tintes de tragedia griega con las revelaciones de Zeus como su padre y sus posteriores traiciones, lo que hace que Kratos quiera cargarse tanto a toda deidad que se menee. Todo eso aderezado con una personalidad y unos actos que se pueden considerar de antihéroe.

El protagonista de este artículo no es un ser violento y sediento de venganza como Kratos, pero sí tiene delante una empresa comparable a las que tiene este icono de los videojuegos. Y es que Stephen Fulton, para empezar, es considerado el antihéroe en su pelea contra Naoya Inoue. No por su carácter, ya que no es el típico boxeador “heel” con carácter hablador, irrespetuoso y gritón sino porque su rival es uno de los favoritos del gran público por sus habilidades y logros en el ring, así como su impecable comportamiento fuera de él. La mayoría de los aficionados apoyarán al japonés en su desafío por obtener títulos en una nueva división y hacer historia contra un monarca unificado.

Cool Boy Steph, al igual que Kratos, tuvo asuntos familiares provocadores de traumas. Nacido en los “projects” de North Philadelphia, pasó sus primeros diez años sin la presencia de un padre, encerrado en la cárcel pocos meses después de nacer Stephen por robo a mano armada de un banco. Ese tiempo lo pasó solo con sus hermanas y una madre con problemas de adicción a la cocaína. Y también con una marca en la espalda de la que se avergonzaba (solía bromear con que era la cicatriz de una herida causada por un ataque de un tigre en el zoo) y que, lejos de ser un signo divino, es producto de dificultades en su desarrollo sin un diagnóstico y que se curó sin pasar a mayores. Todo, además, en un contexto típico de los suburbios, donde el día a día de Fulton era pasar por detectores de metales en la entrada del colegio con amigos traficantes de drogas y otros cuyas vidas se perderían en las calles.

Sin embargo, Fulton, sin rencor alguno a sus progenitores, hizo frente a esa vida de violencia y crimen con la ayuda del boxeo… y de su padre. Tras salir libre, Stephen Fulton Sr. se juró a sí mismo que no volvería a prisión y ser una influencia positiva que enseñaría a sus hijos el buen camino. Así, con la ayuda de un entrenador llamado Hamza Muhammad, al que conocieron en la mezquita a la que solían concurrir, encauzaron la vida y el destino de un Fulton que empezaba a tener dificultades con el control de la ira y que pasó de pelearse en el colegio a hacerlo en el gimnasio.

Tras una carrera con campeonatos conseguidos tanto en el campo amateur como a nivel profesional y mundial, Stephen Fulton tiene ante sí el no va más. Inoue, apodado El Monstruo, no es un ser mitológico de 30 metros de altura como a los que se enfrenta Kratos pero sí que tiene la capacidad de destrucción de Godzilla con tamaño de Pokémon.

Para tal reto, el de Philly ha demostrado tener armas para afrontarlo. A su ya sabida técnica exquisita, añade elementos del “otro” boxeo que maneja a la perfección: el cuadrilátero, una extensión de su cuerpo, usa el clinch como nadie (es decir, provocando el ataque de nervios de rivales y espectadores) se mueve en las cuerdas como un trapecista y con una capacidad de aguante a prueba de dinamita. Esto último será clave porque Naoya tiene misiles balísticos por puños, pero esa resistencia, sumada a la ventaja de tamaño y peso natural, pueden resultar clave en favor de Fulton.

Así, El Monstruo Inoue, con un currículum impecable y categoría de mito, recibirá en su templo a un auténtico guerrero que quiere arrebatarle el honor de ser el Dios de la Guerra.