Daniel Pi
@BastionBoxeo
Cuando los dos mejores boxeadores de una categoría se suben a un mismo ring, es difícil que se produzca un mal combate. Precisamente esto es lo que demostraron una vez más el británico Josh Taylor (16-0, 12 KO) (en la imagen) y el estadounidense Regis Prograis (24-1, 20 KO) el sábado en el O2 Arena de Londres (Reino Unido) en una unificación de coronas WBA-IBF del peso superligero que terminó siendo el tremendo enfrentamiento que se esperaba que fuese, ofreciendo ambos técnica y tenacidad, fortaleza y audacia. Finalmente, Taylor fue quien se hizo con la merecida victoria por decisión mayoritaria y con el trofeo Ali como ganador del torneo World Boxing Super Series, siendo las tarjetas de 115-113 (justa y adecuada), 117-112 (inaceptablemente amplia) y 114-114 (razonable).
En el round inicial, Prograis cedió la iniciativa y aguardó las entradas de su oponente para recibirlo con potentes ganchos al cuerpo, si bien Taylor dejó notar su peligro con dos hooks de izquierda al rostro. No obstante, la pelea se volvió más intensa en el siguiente asalto, manteniéndose ambos en la distancia corta buscando los huecos para conectar sus curvos, impactando potentes hooks arriba y abajo Prograis y Taylor astutos uppercuts y crochés además de afilados jabs en la distancia media.
El enfrentamiento estaba igualadísimo, cruzando los púgiles jabs con espacios antes de pasar rápidamente a buscar sus golpes de poder con limitada distancia, evitando ambos los rectos rivales con ágiles desplazamientos o pasando manos con movimientos de cintura, apartado en el que el estadounidense brilló encadenando sus acciones elusivas, aunque el británico impactaba aisladamente las manos más contundentes. Si bien hasta la mitad el visitante podía haberse llevado un margen en las puntuaciones, Taylor mostró en el sexto asalto que estaba menos desgastado que su rival, encadenando crochés y sacando poderosos hooks que empezaron a darle la vuelta a la situación.
De ese modo, aunque el combate estaba muy contendido, “Tartan Tornado” podía realizar salteados cambios de ritmo con los que lograba imponerse, obligando a Prograis en el octavo episodio a moverse más y a tratar de reducir el ritmo del enfrentamiento a la vez que buscaba martillear con su jab y aguardaba contragolpes decisivos. Sin embargo, aunque tuvo instantes de acierto, en el noveno episodio, con una hemorragia nasal y la cara inflamada, Prograis fue alcanzado por varios golpes de poder, especialmente un croché zurdo que pareció estremecerle ligeramente.
Durante los episodios restantes Taylor continuó su presión y su hostigamiento, trabajando a pesar del jab de su oponente con ganchos al cuerpo y golpes en todas las trayectorias al rostro, destacando su uso de la mano izquierda con tremenda inteligencia, preparando el puño dando un paso lateral, aprovechando el espacio dejado por su contacto con el hombro o rotando su cintura en un descuido. No cabe duda de que Prograis opuso gran resistencia y mostró también su tremenda calidad, hecho que contribuyó a que ambos ofreciesen una pelea extraordinaria y un último asalto espectacular, pero Taylor (que tenía el ojo derecho muy inflamado) en la noche del sábado fue superior en fuerza, precisión, astucia y gestión de los ritmos y de las energías.
Lograr una victoria en una unificación de coronas es siempre un hito importantísimo en la carrera de cualquier boxeador, pero conseguirlo en un choque ante el considerado por muchos número 1 de la división, un invicto con un nivel boxístico sensacional, y además ofreciendo una actuación fantástica en el combate culminante de un proceso eliminatorio con la élite de la división, es algo que muy pocos pueden aspirar a lograr. Todo ello sin poder pasar por alto que parte de la prensa mundial sólo parece dar crédito a los púgiles que logran éxitos contra boxeadores estadounidenses. Así, Taylor ha dado un paso clave no sólo para surgir como el número 1 de la categoría del peso superligero sino también para aspirar al estatus de estrella, posición en la que se asentaría totalmente si lograse coronarse monarca indiscutido enfrentándose al campeón mundial WBC-WBO José Carlos Ramírez.