Con China cada vez más cerca en el medallero, en los Estados Unidos buscan mantener su hegemonía como anfitriones en 2028. Con solo un bronce conseguido en París, en Estados Unidos se ha abierto un debate acerca de las causas que han llevado a que el boxeo deje de aportar medallas como antaño a su botín olímpico. Como tantas otras cosas, los estadounidenses sienten el boxeo como propio. Y no les falta razón, ya que los millones que nutren al circuito internacional proceden principalmente de televisiones de dicho país. Las salidas de HBO y Showtime han supuesto un duro golpe, pero confían en que plataformas como Netflix o Amazon Prime Video acaben llenando ese vacío junto a DAZN.

Unos problemas ya diagnosticados con anterioridad, pero que repercuten en el tradicional modelo del boxeo olímpico como vivero de estrellas del profesionalismo. Los últimos estudios respecto a disciplinas deportivas apuntan a una paradoja: el boxeo es una las modalidades más exigentes, pero los jóvenes mejor dotados físicamente ya no quieren emular a Sugar Ray Leonard.

Que el boxeo carezca de una cantera remunerada ahuyenta a nuevos talentos. Una problemática que se agrava cuanto mayor es el peso del joven, para desgracia de los pesos pesados. De haber nacido en el siglo XXI, Sonny Liston probaría suerte en la NFL por un buen salario como reserva. En el sistema deportivo universitario de Estados Unidos no tuvo cabida el boxeo, por lo que los patrocinadores tampoco encuentran interesante invertir en deportistas a largo plazo.

La competencia se ha aumentado enormemente con la aparición de las Artes Marciales Mixtas. La UFC realiza un excelente trabajo para promocionarse entre las nuevas generaciones, con lanzamiento de videojuegos y en las redes sociales, a diferencia del boxeo. Otras voces apuntan a un cambio sociológico, en el que las exigencias del boxeo no son aptas para las nuevas generaciones, que sí consumen combates entre los famosos que siguen en redes.