Daniel Pi
@BastionBoxeo

Por desgracia no han sido pocos los boxeadores que han tenido que abordar su carrera profesional, llegados a un cierto punto, afectados mentalmente por haber causado sobre un ring, cumpliendo con su trabajo, daños permanentes a un oponente. Sin embargo, otros púgiles han asumido con sorprendente tranquilidad, algunos consideran que incluso con falta de humanidad, el daño causado.

Podríamos remontarnos mucho dando ejemplos pero, para intentar relatar casos cercanos temporalmente al presente, se podrían citar dos actitudes muy diferentes respecto a esta parte más triste del pugilismo profesional.

Respecto a quienes se han visto afectados profundamente, se puede citar el caso de George Groves, que después de provocar una severa lesión a Eduard Gutknecht, de la que éste todavía se esfuerza por recuperarse, el británico afirmó sentir graves problemas para concentrarse en su boxeo y para intentar combatir sin que el recuerdo de dicho púgil lastrase su actuación. En parte, Groves con ejercicios mentales logró sobreponerse a ello, coronándose campeón y dando una lección a Chris Eubank Jr., si bien en su reciente anuncio de retiro “Saint George” aseguró que la decisión de poner fin a su trayectoria en el boxeo rentado estuvo muy condicionada por ese hecho trágico.

Como contraste encontramos el caso de Chris Eubank Jr., puesto que poco después de su choque ante Nick Blackwell, que fue puesto en coma inducido y se temió por su vida a pesar de tener finalmente una recuperación mucho más satisfactoria que otros boxeadores en la misma situación, el controvertido púgil ofreció una conferencia de prensa a pesar de que la familia del afectado le suplicó que no lo hiciese, acción que se interpretó como una inaceptable muestra del afán de protagonismo de éste y que muchos todavía hoy le reprochan.

Además, desde entonces Eubank no ha mostrado haber aprendido demasiado de aquel hecho, sino que incluso ha levantado muchas críticas por su actitud inapropiada al referirse al caso y hablar con condescendencia de Blackwell, insistiendo en decir una y otra vez que acabó con su carrera.

De hecho, muchos creen que quizás le venga de familia, puesto que Eubank Sr., que provocó lesiones terribles a Michael Watson, no dudó en usar un vídeo en el que se hablaba del mal estado de salud de Blackwell para amenazar a Groves con lo que su hijo podría hacerle antes del choque entre ambos.

La alusión a estos casos viene motivada por el hecho de que este sábado, en 2300 Arena de Philadelphia (Estados Unidos), un boxeador deberá abordar la complicadísima tarea psicológica de tener que volver a los cuadriláteros tras haber causado graves daños a un contrincante. Este es el ucraniano, campeón mundial WBC del peso semipesado, Oleksandr Gvozdyk (16-0, 13 KO), que en su último choque se coronó derrotando a Adonis Stevenson con un nocaut en el undécimo asalto que fue seguido por un ingreso hospitalario del haitiano-canadiense en el que se le detectó una severa lesión cerebral de la que actualmente sigue intentando reponerse.

Antes de continuar, se debe hacer una pausa para relatar que Stevenson ha sido en estos meses el objetivo de insultos e infinitos “te mereces lo que te ha pasado”, ya que muchas personas han decidido reprocharle así la vida que llevó años atrás, cuando fue proxeneta, prostituyó a menores de edad, apalizó y torturó a sus empleadas, amenazó con matarlas y, estando en la cárcel, dejó en coma a otro presidiario, acciones que sólo le valieron en total, extrañamente, una tenue pena de cárcel: cuatro años que se convirtieron finalmente en veinte meses.

Al margen de las consideraciones de los demás, Gvozdyk parece estar claramente afectado por lo sufrido por Stevenson, habiendo enviado un mensaje de apoyo por redes sociales en el que se le veía honestamente entristecido. Por ello, resulta inevitable preguntarse si el bronce olímpico, amigo personal y compañero de selección de Lomachenko y Usyk, no perderá en adelante algo de su instinto de nocaut, incluso si su estilo de boxeo está caracterizado por ser frío y con la más contundente y precisa ejecución.

Quizás, poner a prueba el estado mental de Gvozdyk sea parte del objetivo de haberle elegido como primer aspirante al francés de origen congoleño Doudou Ngumbu (38-8, 14 KO), que es considerado meramente una piedra de toque.

De todas maneras, puede que se esté subestimando un poco al aspirante, ya que éste es un púgil competente, que en los dos últimos años ha arrebatado dos invictos como visitante (a Bilal Laggoune y a Yoann Kongolo) y que cuenta con mucha experiencia de calidad, sobresaliendo en su récord exretadores mundiales como Isaac Chilemba, Andrzej Fonfara, Igor Mikhalkin (al que se ha enfrentado tres veces) o Nadjib Mohammedi, púgiles ante los que ofreció, casi siempre, peleas muy contendidas pese a la derrota final.

Realmente, Gvozdyk puede esperar a un Ngumbu agresivo y lleno de tenacidad que, en su primer combate mundialista, todavía debería ser más constante y peligroso en sus continuas arremetidas con heterodoxos crochés y ganchos. Pese a ello, si tomamos como ejemplo la forma muy solvente en la que Umar Salamov neutralizó a Ngumbu y tenemos en cuenta que el boxeo del ruso tiene algunas similitudes con el de Gvozdyk, el campeón WBC debería poder utilizar su gran dominio del ring, sus excelentes esquivas y, sobre todo, su excelente uso de los directos, para lograr una victoria convincente y rodarse para su próxima defensa obligatoria.

ESPN emitirá este evento desde las 3:00 de la madrugada del sábado al domingo en hora peninsular española, estando acompañado el Gvozdyk-Ngumbu por un duelo del peso wélter entre Egidijus Kavaliauskas y Ray Robinson.