Como era previsible, Tyson Fury no aceptó de buen grado su derrota ante Oleksandr Usyk. El británico se bajó del ring sin atender a la televisión, a pesar de su buena sintonía con Turki Alalshikh.
De camino al vestuario, Fury mostró su enfado cuando fue consciente de que había cámaras. Los medios británicos no tardaron en colocar sus micrófonos.
En declaraciones a la BBC, Fury no se mordió la lengua: «Los jueces le dieron un regalo de Navidad a Usyk. No lloraré por la leche derramada, ya se acabó. He estado boxeando toda mi vida, pero siempre me siento un poco explotado. Es hora de tomar decisiones».