El aplazamiento del Tyson Fury vs. Oleksandr Usyk al 18 de mayo ha desatado una serie de comentarios, que principalmente ponen en el centro de la diana al británico. Los precedentes de Fury han levantado dudas entre sus detractores, pero no es la primera vez que una pelea se ve aplazada por una lesión.

El corte de Fury en un párpado es visible en las imágenes que han aparecido, y el campeón mundial WBC del peso pesado se reunió con Turki Al-Sheikh para confirmar la nueva fecha.

Detrás del millonario proyecto de Arabia Saudí se encuentra el interés del país por reforzar su imagen a nivel internacional, y el aplazamiento ha sido un duro golpe comercial. Para tratar de asegurarse evitar un eventual nuevo cambio de fecha, Al-Sheikh ha estipulado que en caso de tener que posponerse la fecha, el causante tendrá que abonar 10 millones de dólares. La veracidad de la lesión de Fury ha centrado todos los debates, dejándose a un lado un factor que sí puede tener influencia real el 18 de mayo.

Aunque esta cláusula pueda parecer una forma de asegurarse que ambos compartan ring, la alta cifra puede influir en el devenir del combate. Para evitar una lesión, los boxeadores se verán obligados a realizar sparring con una mayor precaución, e incluso a dar por concluidas sus sesiones antes de lo previsto.

Ese molesto elemento que los clásicos cronistas denominaban «óxido de ring» hará su aparición en los primeros asaltos, ya que ambos «buscarán la distancia» en un combate tan decisivo para sus carreras, al no haber guanteado sin una espada de Damocles sobre ellos.