Mattioli-Durán

Julio González

Hace unos días mantuvimos una conversación con José Durán. Siempre es un placer charlar con él, un gran campeón que mantiene una vitalidad y memoria envidiables, con charla amena y divertida. Recordábamos la disputa de la pelea por el título mundial contra el italiano Rocky Mattioli, en la fue su última como profesional y la cuarta durante su carrera en la que hubo un mundial en juego.

El español llevaba varios meses sin pelear, pero los organismos internacionales seguían manteniendo a Durán en sus listas, y su prestigio estaba intacto. Esto no pasó inadvertido para los italianos del equipo del campeón mundial Mattioli, que se acordaron de Durán y le ofrecieron el combate.

El empresario italiano Sabbatini rápidamente se puso en contacto con Enrique Soria, mánager de Durán, para ofrecerle una pelea por el título mundial superwélter en versión del WBC; Durán había sido campeón mundial en la versión del WBA.
Sabbatini se presentó en Madrid y las conversaciones rápidamente llegaron a buen puerto. Primero se pusieron de acuerdo con la bolsa que debería cobrar, después con el lugar donde debería trasladarse Durán a combatir, Pescara (Italia), y las condiciones de retransmisión por televisión.

Sabbatini anunció que el combate sería retransmitido por la cadena norteamericana ABC, que ofrecería el combate para América y Japón. Se negoció para que también se viese en España, Italia y más países europeos. La fecha en un principio se planeó entre el 13 y 27 de mayo, pero todo dependería de la televisión.

Durán combatiría con 33 años y en cuanto Soria le comunicó la noticia, en un principio estaba casi retirado pero después de pensarlo y valorar los pros y los contras, decidió boxear. Era una oportunidad para disputar el mundial y el italiano, a pesar de ser un tremendo pegador, tenía un boxeo que le iba muy bien a Durán, iba para adelante y presionaba durante la pelea, algo que Durán sabía contrarrestar perfectamente.

Lo segundo es que la bolsa del combate era muy importante para la época y sería una magnifica forma de terminar su vida deportiva. Durán nos comenta que el dinero que cobró por la pelea lo utilizó en la compra de un piso en la madrileña localidad de El Escorial, el cual todavía posee y donde en la actualidad pasa largas temporadas en verano. La bolsa de esta pelea pasó de los tres millones de pesetas, toda una fortuna en plena Transición.

El combate se celebró el 14 de mayo de 1978 en el campo de fútbol del Pescara y asistieron dieciséis mil aficionados. Durante los cinco asaltos que duró, la superioridad del púgil italiano se puso de manifiesto a partir del segundo, cuando el campeón con un directo de izquierda envió a la lona al español. El madrileño con sus jabs intentó castigar la cara del italiano, golpeándole en las cejas, pero fue en vano porque el italiano agazapado y bien cerrado en su guardia evitaba que entraran las manos del aspirante.

Mientras tanto, el campeón se dedicó a perseguir al español hasta las cuerdas para aplicarle un castigo con dureza. En el cuarto asalto, el italiano volvió a cazar al español, esta vez con un croché de izquierda que volvió a enviar a José Durán a la lona. El desenlace final se produjo en el quinto asalto. Cuando ya habían transcurrido dos minutos y medio, un certero croché a la carótida derribó a Durán, y el árbitro belga, señor Deswert, le contó los diez segundos fatídicos.

José Durán fue acusado de ir a Italia buscando solo la bolsa de la pelea, sin interesarle el título mundial. A pesar de todo, la prensa italiana elogio a Durán reconociendo su meritorio combate. El diario “Il Messagero”, de Roma, destacó que Durán, a pesar de todo contestaba los golpes. “Corriere Dello Sport” de Roma, dijo que Durán tuvo dos virtudes: la de resistir los golpes tremendos y la de no claudicar en ningún momento.
“Tuttosport” de Turín publicó que Durán habría sido rival de mayor relieve para cualquier otro boxeador que no hubiera sido Mattioli, un campeón que demostró sobre el ring su valía.