Daniel Pi
@BastionBoxeo
¿Quién es el mejor peso crucero de la actualidad y uno de los mejores boxeadores que jamás ha tenido la categoría? Ante una pregunta de tales dimensiones, hasta hace muy poco sólo podíamos soñar con contestar en gran medida a base de simples especulaciones, pero este sábado, en la culminación de la mejor iniciativa que ha experimentado el boxeo en la época de los cuatro cinturones, la cuestión será respondida de forma definitiva.
Y es que, en el que es uno de los más grandes duelos que ha visto la división del peso crucero en toda su historia, el oro olímpico ucraniano y campeón mundial WBC y WBO Oleksandr Usyk (14-0, 11 KO) y el ruso, monarca IBF y WBA, Murat Gassiev (26-0, 19 KO) combatirán por poseer los cuatro cinturones mundiales y por ser el primero en alzar el Trofeo Muhammad Ali, premio otorgado al vencedor del torneo World Boxing Super Series.
Simplemente, el enfrentamiento, los boxeadores, el escenario y los galardones no pueden resultar mejores, convirtiendo a este choque en uno de los combates del año, por no decir que es el mejor sobre el papel a falta de tantas semanas para que termine la temporada.
Y es que dos boxeadores invictos y que se han distinguido por su pegada, aunque con estilos dispares que hacen todavía más atrayente la pugna, y que son considerados unánimemente los dos mejores peso crucero del mundo pelearán en un magnífico recinto como el Estadio Olímpico de Moscú (Rusia) ante unos 20.000 aficionados y por todos los premios oficiales y extraoficiales que existen en la división del peso crucero. Por ello, no puede ser más adecuada la frase que tantos boxeadores, entrenadores, críticos y aficionados han pronunciado con modificaciones tantísimas veces sobre las WBSS: “Así debería ser siempre el boxeo, los mejores peleando con los mejores”.
Llegar hasta este punto no ha resultado ni remotamente fácil, con un aplazamiento forzado por Usyk con una supuesta lesión, considerada una maniobra de protesta política; con la posibilidad de una cancelación definitiva si se peleaba en Rusia; con un acuerdo verbal para llevar la pelea a su escenario original de Arabia Saudí; con nuevos rumores sobre la no realización de la pugna; y por último con la confirmación oficial de que la gran final se produciría en el país de Gassiev a pesar del rechazo frontal inicial a ello por parte del ucraniano.
Así, añadiéndose al ámbito deportivo, por desgracia, la política, aunque ninguno de los boxeadores ni sus equipos se han pronunciado al respecto, el que es un fenomenal encuentro desde el punto de vista boxístico ha superado la dimensión pugilística para tener un simbolismo extradeportivo, siendo conscientes de que, teniendo sus respectivos países un serio conflicto, una victoria o una derrota supone más que su mera valoración como boxeadores.
Dejando de lado el enrevesado proceso de pactar el encuentro (durante esta semana todavía el oro olímpico y su equipo señalaban que no sabían si se produciría la pelea y Usyk rechazó participar en la sesión de entrenamiento público más que saludando), sobre el papel el choque que decidirá al primer púgil en poseer los cuatro títulos del peso crucero a la vez (O’Neil Bell y Evander Holyfield tuvieron todos los cintos antes de la instauración de la WBO) es de una igualdad extrema.
Si las apuestas llegan a estar empatadas en diversas casas (en otras la ventaja de Usyk es minúscula) esto no es debido únicamente al formidable nivel que ambos boxeadores poseen, sino también a que cada uno de los contendientes tiene cualidades que compensan las del otro.
Se tiende a pensar que en un combate muy igualado el boxeador más hábil, en este caso Usyk, es quien tiene más posibilidades de vencer, puesto que su movilidad y variedad de recursos deberían darle un margen decisivo ante su rival. Pero Gassiev es un peleador muy resistente, casi incansable, con un superior boxeo en corta y, especialmente, con una presión y un corte de ring sensacionales, que intensifica en los momentos vitales. Así, el jab y el directo zurdo de Usyk parecen perfectamente capaces de impactar repetidamente contra Gassiev en la distancia media-larga, pero “Iron” sabe perfectamente cómo causar estragos con su gancho de mano adelantada, especialmente contra un boxeador zurdo, habiendo sido “The Cat” estremecido en diversos momentos de su carrera por boxeadores con menor pegada que el ruso.
De este modo podríamos pasarnos el día señalando los elementos que equilibran las virtudes de uno y otro, siendo lo realmente maravilloso que nadie sabe qué va a pasar sobre el ring más allá de remotas sospechas, convirtiendo a este campeonato en un verdadero duelo 50-50 que ha provocado un extremo entusiasmo no sólo en los seguidores del peso crucero (perfectamente conscientes desde años atrás del potencial de la división), sino incluso a nivel mundial entre los aficionados casuales al boxeo.
Si Usyk y su equipo han realizado el adecuado estudio de su adversario, sabrán que Lebedev logró durante muchos asaltos contener el empuje de Gassiev a base de gran movilidad, esquivas y uso de los rectos. De hecho, en varios videos de estas pasadas semanas se ha podido ver a Usyk centrándose muy firmemente en su uso del jab, arma con la que debería castigar de forma repetida a Gassiev y descentrar su avance. Pese a ello, el jovencísimo guerrero (tiene 24 años, 7 menos que Usyk) ha evolucionado mucho en muy poco tiempo, demostrando ante Dorticós en su pelea más reciente hasta dónde puede llegar su efectividad defensiva, su uso del contragolpe, especialmente en la distancia corta, y su gestión de los tiempos de la batalla.
Gassiev aseguró que no piensa cambiar su táctica para este combate, sugiriendo ello que se mantendrá leal al método que le ha dado casi la totalidad de sus triunfos, es decir: presionar calmadamente en busca de golpes de poder que, por muy aislados que parezcan, se cobrarán cada uno de ellos un precio notable en desgaste, pasando a una intensificación en la segunda mitad si su gancho zurdo (quizás el mejor hook de izquierda de todo el boxeo actual) u otro golpe de poder no le lleva a un punto de inflexión. Esta teoría parece apuntalarla su entrenador, Abel Sánchez, al señalar que espera una detención de Usyk hacia el noveno round si éste boxea de forma similar a como peleó ante Briedis.
Con todo, Uysk sabrá perfectamente que no podrá permanecer tanto tiempo en la distancia media cruzando golpes, por lo que será vital que aproveche su increíble juego de piernas y sus velocísimas series de golpes en variadas trayectorias para neutralizar el despliegue de Gassiev, todo ello saliendo de la distancia de forma fugaz y evitando prolongar desmedidamente sus combinaciones, tendencia que erróneamente mantiene. Pese a ello, Gassiev siempre estará atento a dar ese medio paso más, aun bajo el fuego enemigo, para impactar sus demoledores puños, incluso si su rival traza una diagonal o un cambio de línea, ayudado en su empeño por bloqueos, esquivas y un posicionamiento de piernas enteramente mejorado recientemente.
En cualquier caso, da igual que los golpes enlazados de Usyk exijan una respuesta demasiado compleja a su oponente, que Gassiev aproveche una apertura de la guardia de su rival para clavar un puño que rompa el choque en pedazos, que uno ofrezca un domino estratégico que le conduzca a la victoria ante los jueces o que otro ponga de rodillas a su contrincante, el Usyk-Gassiev es historia del boxeo que, además de rivalizar en grandeza con combates míticos de la categoría como el Holyfield-Qawi o el Toney-Jirov, supondrá el punto y seguido de un torneo que es ya una revolución en cuanto a cómo entendemos el boxeo.
Con un idéntico 89,9 kg por parte de ambos boxeadores, 800 gramos por debajo del límite de la división del peso crucero (90,7 kg), la ceremonia del pesaje fue superada exitosamente, por lo que ya sólo queda esperar a que Usyk y Gassiev, por fin, suban al ring.