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Manuel Sánchez
Presidente de la Federación de Boxeo de les Illes Balears
Bajo la presidencia de Felipe Martínez el boxeo español acumula una actuación incomprensible tras otra. El pasado viernes en Castellbisbal se celebró un gran combate, entre dos boxeadores catalanes (y por tanto españoles), que disputaban el título de Europa del peso pluma, coronándose nuevo campeón Marc Vidal al derrotar a Sergio Blanco.
Antes de la pelea, las banderas de Cataluña, Italia y España fueron exhibidas durante la protocolaria ceremonia de los himnos, que desembocó en una auténtica tropelía por parte de la FEB, que va en contra de la soberanía nacional, y con la que no estarán de acuerdo los contrarios a la independencia de Cataluña. El speaker, que imaginamos que tendría la obligatoria licencia y el seguro de accidentes, dirigió una ceremonia que debió ser detenida por la mesa federativa desde el momento que la bandera catalana subió sin justificación alguna al cuadrilátero, ocupando el segundo lugar en orden de prelación para mayor gravedad. «Escucharemos para los otros jueces el himno nacional español para los otros jueces», pronunció el speaker, obviando la nacionalidad española de ambos contendientes.
Instantes después, y cuando la ceremonia ya debía haber finalizado sonó en último lugar el himno de Cataluña, al que se le otorgó una jerarquía mayor que al de España, a pesar de que los himnos regionales no tienen que sonar para la disputa de un campeonato europeo. Por ejemplo, cuando dos madrileños, Rubén Nieto y Nicolás González, pelearon por el cinturón en Leganés, no se escuchó el himno de la Comunidad de Madrid.
Para colmo, el speaker lo anunció de la siguiente manera: «Y por último, el himno nacional de Catalunya». ¿Desde cuándo Cataluña es una nación y Els Segadors ha dejado de ser un himno regional? En un ambiente mucho más hostil, y con S.M. Felipe VI presente, no se cometió tal tropelía en la disputa de la final de la Copa del Rey de 2015 entre el F.C. Barcelona y el Athletic Club, donde sólo sonó el himno de España. El único himno que debió sonar era el de España, ya que los boxeadores y el árbitro, Sr. Oliver, son españoles.
Cataluña no está reconocida por la EBU (al igual que otras regiones como Serbobosnia), como bien sabe Enza Jacoponi, quien estuvo acompañada por el presidente del Comité de Árbitros, Manuel Oliver, y por Domingo Matas, presidente del Comité de Boxeo Profesional, que parece más preocupado de viajar que de hacer cumplir la legislación. Además, los representantes de la EBU se llevaron una imagen lamentable de nuestro boxeo, con el desenlace de la pelea entre Damián Antó e Iván Ruiz Garrido, donde el árbitro mostró un desconocimiento total del reglamento.
Esta es la enésima incongruencia de la actual Federación Española de Boxeo, que no respeta la autonomía de las federaciones territoriales que concede la Constitución, pero sí considera a Cataluña una nación. Para mayor descrédito de la FEB, la responsabilidad del boxeo profesional en Cataluña es única y absoluta de la FEB, ya que la Federación Catalana sólo se encarga del boxeo amateur por decisión de su presidente.
Decía Jordi Pujol que «el protocolo es la imagen plástica del poder», y bien representó en Castellbisbal el escaso interés de Felipe Martínez en este deporte, quien prometió cuando ganó las elecciones realizar un curso para supervisores y siete meses después nombra a supervisores que no conocen el reglamento ni el protocolo. Si usted tiene un colega en la FEB, o paga religiosamente los canones y alguna comida, tiene libertad total para hacer lo que quiera.
Quien sí estuvo a la altura del combate fue el público, los boxeadores y entrenadores, con mención especial para Emiliano Gallego Prada, que al sonar Els Segadors entrelazó las banderas de España y Cataluña besándolas. Estoy seguro que la organización no pretendió marginar los símbolos nacionales, siendo toda la culpa de la mesa federativa a la que le da todo igual.
Este no fue el único despropósito de los supervisores, pues Marc Vidal utilizó guantes de la marca El Bronx y Sergio Blanco de Charlie, al resultarle estrechos los de la marca anteriormente mencionada. Los responsables ya conocían desde el momento del pesaje esta situación, pero no le dieron importancia alguna, cuando entre sus obligaciones está revisar los guantes.
Hace apenas unas semanas, la FEB aseguraba ser la Comisión Local para detener sin argumentos la participación de Luca Giacon, vulnerando la autonomía de la Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha y Andalucía, y el viernes reconoció antes que el presidente del Gobierno la independencia de Cataluña. Felipe Martínez continúa generándose enemigos de manera incomprensible, asesorado por el grupo de palmeros asalariados, en distintos regímenes fiscales, que conforman el Comité de Boxeo Profesional. Domingo Matas, quien ya se planteó seriamente dimitir esta primavera, es un muñeco en la mano del resto de miembros del Comité de Boxeo Profesional, que hacen y deshacen desde la oscuridad. A estos sólo les preocupa mantener su sueldo, y no la salud de los deportistas como han demostrado en varias ocasiones.
Lo ocurrido en Castellbisbal no puede quedar impune, la FEB tiene que aparcar las amenazas y ponerse a trabajar, y dejar de culpar a la magia negra a estas situaciones, si no sancionar a los culpables, como en este caso el speaker y el supervisor, ya que el speaker está siempre supeditado al supervisor. No hace falta un bufete de abogados para resolver estos casos, para acabar con la situación «precaria» del boxeo español.