Daniel Pi
@BastionBoxeo
Al fin ha llegado. Tras dos meses de inacabable espera desde la confirmación oficial de la pugna, y un inconveniente aplazamiento desde su fecha inicial del 24 de marzo que ha hecho todavía más complicado soportar la expectación, este sábado en el Bilbao Arena de Bilbao se producirá uno de los más grandes combates, sino el más importante, que esta temporada 2018 verá el boxeo español. Con todo, no sólo es una pelea insigne en nuestro calendario pugilístico sino que también debe de ser vista como una de las más grandes contiendas que se producirán en todo el mundo esta semana. En ella el imbatido noqueador y excampeón de España Kerman Lejarraga (24-0, 19 KO) y el hábil titular británico Bradley Skeete (27-1, 12 KO) contenderán en un choque realmente formidable.
Y es que este enfrentamiento es mucho más que un campeonato de Europa por el vacante cinto del peso wélter, división que durante la última década ha sido tratada como la categoría reina del deporte de las dieciséis cuerdas, sino que es un hito en la carrera de dos top 15 mundiales, un punto de inflexión que marcará quién puede medrar ante la cumbre, repleta de nombres célebres y grandes bolsas, y quién se tiene que conformar con reconstruir su camino en el ámbito nacional.
En cualquier caso, sea cual sea el punto de vista desde el que se analice el choque, este no puede resultar a priori mejor. Primeramente, en lo concerniente al aspecto más importante, el estrictamente deportivo, parece realmente difícil que estos dos púgiles del máximo nivel continental, en plena forma, rodados y cercanos al punto culminante de su rendimiento no ofrezcan un trepidante duelo, un choque de estilos en el que ambos boxeadores se verán empujados, por la trascendencia de esta pelea y por sus consecuencias, a ejecutar sus tácticas con el mayor de los denuedos.
Por otro lado, no se puede abstraer esta pelea del increíble ambiente en el que se desarrollará, con un Bilbao Arena repleto a rebosar para apoyar hasta la extenuación al ídolo local en una emocionante noche para recordar, independientemente del resultado, en la que una de las tres mayores promesas de nuestro boxeo en la actualidad se medirá a un púgil del cual el mítico entrenador Emmanuel Steward dijo, de forma osada, que podría llegar a ser uno de los mejores del mundo y a quien comparó con un joven Thomas Hearns.
Sin duda, la atención de la afición a este campeonato es completamente merecida, más aún teniendo en cuenta el esfuerzo de la promotora MGZ Promotions por traer a Bilbao este choque ante un excelente boxeador británico representado por una poderosa compañía, enfrentamiento que volverá a poner sobre el mapa boxístico mundial a España. A diferencia de lo sucedido tantas otras veces, en las que nuestros púgiles han tenido que disputar peleas decisivas para sus carreras como visitantes y en desfavorables condiciones, esta vez una promesa nacional será el foco de atención de un fantástico macroevento deportivo, con una decena de combates profesionales, con dos muy buenas peleas de antesala (el campeonato UE Gago vs. Dos Santos y el Fortea vs. Cosío) y arropado por tal cantidad de espectadores que nada tiene que envidiar a los realizados fuera de nuestras fronteras.
Como ejemplo, cabe señalar que los más de 10.000 asientos del Bilbao Arena son aproximadamente los mismos que tiene el Echo Arena de Liverpool, 2.500 más que el Copper Box Arena de Londres y sólo dos mil menos que los que tiene el Mandalay Bay de Las Vegas, estadios todos ellos que han visto combatir a formidables estrellas.
Dejando de lado este ámbito y abordando las consecuencias, éstas no pueden ser más alentadoras tampoco, pareciendo, de facto, una semieliminatoria. Ilustrándolo, hay que señalar que Lejarraga es 8º WBA y 14º WBC, mientras que Skeete es 11º WBC y WBO, además de 5º IBF (aunque virtualmente es 2º). Dicho de otro modo, esto significa que el vencedor experimentará un enorme impulso hacia el top 5 y hacia una oportunidad mundial, especialmente en una lista WBC en la que son rivales directos y en la clasificación IBF, en la que la eliminatoria final podría ser una certeza para el ganador al igual que las enormes oportunidades ante la cúspide de la categoría.
Por último, antes de tratar el aspecto táctico de la pelea, no se debe dejar de felicitar a los dos boxeadores por pactar un duelo con mucha ganancia potencial pero también repleto de riesgo, aceptando Lejarraga pugnar contra un boxeador muy eludido en el ámbito británico y en el internacional (tanto que hasta el campeón mundial Jeff Horn lo rechazó como aspirante tras prácticamente estar firmado el mundial entre ambos) y Skeete decidiendo desplazarse fuera de su país, algo raro en boxeadores británicos sino es que disputan un mundial, para enfrentarse a un temible pegador. Sin duda, ni Lejarraga ni Skeete están dispuestos a tomar atajos a la hora de mostrar hasta dónde pueden llegar y en el camino hacia culminar sus pretensiones de alcanzar cruciales combates ante la élite internacional.
El enfrentamiento
El entrenador de Bradley Skeete, Alan Smith, inflamó los ánimos hace unas semanas con declaraciones bastante poco afortunadas y en las que claramente subestimaba al púgil de Morga, siendo uno de los puntos de su discurso que Lejarraga era previsible. No obstante, Smith debería preocuparse por solucionar ese fallo en su boxeador, ya que el británico siempre que sube al ring ofrece prácticamente la misma pelea y es sumamente evidente lo que se puede esperar de él: activo de piernas, girando hacia su izquierda sin parar, Skeete utiliza su altura, su alcance y su precisión para imponer su fantástico jab. De hecho, muchas veces consume rounds enteros e incluso combates íntegros limitándose a flagelar a sus oponentes con su directo de mano adelantada apoyado en una movilidad continua, que le ha valido, dicho sea de paso, no pocas críticas entre sus propios compatriotas, que a modo despectivo no han dudado en calificar su estilo pugilístico de “amateur”.
Con todo, decir que Skeete es previsible en su estrategia no significa que sea sencillo batirlo o neutralizarlo, todo lo contrario. Sus cualidades físicas y boxísticas son tan notables y ha practicado tantas veces la misma táctica, dominándola hasta la excelencia, que ha conseguido desdibujar a todos sus rivales en mayor o menor grado, no siendo pocos los que consideran que su única derrota, sufrida ante el primer campeón mundial de boxeo aficionado de la historia del boxeo inglés, Frankie Gavin, en realidad fue un descarado robo.
De todos modos, Skeete dista mucho de ser tan imbatible y tan indescifrable sobre el ring como su equipo cree. Resulta evidente que confía en exceso sus tácticas en un único golpe, el jab, poniendo en él demasiado peso en cada combate, por lo que si se logra restar efectividad a dicho puño la estrategia de “Super” puede venirse abajo como un castillo de naipes. Y es que en los momentos, aunque sean puntuales, en que un púgil ha conseguido, moviendo la cintura o la cabeza, quitarse ese golpe y acortar la distancia, Skeete ha cedido asaltos y ha perdido confianza. Por otro lado, no se puede pasar por alto que el inglés suele usar su jab como reacción ante los pasos de sus rivales, lanzándolo sobre el avance como medida de contención, aunque muchas veces ante el estatismo de sus adversarios opta por permanecer inactivo y a la espera. Así, si un boxeador se mantiene algo más allá del alcance de dicho golpe o evita permanecer en la distancia media puede conseguir evitar muchos de estos molestos jabs.
Sea como sea, los defectos más claros del púgil que este sábado actuará como visitante son dos. Uno de ellos es que suele portar su mano izquierda demasiado baja, lista como siempre para el jab, por lo que es claramente vulnerable a los directos diestros y a los curvos abiertos de esa misma mano, golpes que han sido siempre los que le han alcanzado con mayor claridad. El otro aspecto es que su boxeo en corta es muy deficiente, pudiéndose ver a Skeete entrar en clinch a la desesperada o salir corriendo cuando un púgil se le acerca demasiado, tratando con ello de evitar el colapso de su sistema táctico, que no responde bien en esas situaciones.
De la misma forma, los intercambios de golpes, incluso con espacios, siempre son evitados por él, que tampoco se apoya en exceso en las combinaciones, a las que recurre esencialmente para salir de una situación de posible encierre. Finalmente, su derecha recta, pese a ser estupenda, no es demasiado frecuente, utilizándola sobre todo cuando sus contrincantes están en posiciones desfavorables, por ejemplo, cuando intentan buscar su torso, cuando dan un paso o cuando han quedado mal posicionados de piernas al tratar de responder a uno de sus desplazamientos.
Dicho esto, aunque tiene ventaja en experiencia en cuanto a cantidad y calidad, el visitante nunca se ha medido a un boxeador del calibre del “Revólver” de Morga. Cabe mencionar que en la última subida a un ring de Skeete, éste recibió muchos reproches porque, siguiendo las ordenes de su entrenador, evitó cualquier tipo de peligro ante un Dale Evans calificado por el preparador británico como un pegador, siendo en realidad dicho oponente bastante modesto y con sólo 31% de triunfos antes del límite. Así, ¿Qué tipo de cautelas tomarán y qué dudas tendrán ante el fortísimo boxeador vasco, que posee 79% de victorias sin escuchar el veredicto de los jueces y cuyas manos tienen una perforadora potencia?
En este sentido se expresó Txutxi del Valle: “Skeete todavía no se ha enfrentado a nadie como Kerman”, añadiendo, “Como diría Mike Tyson, ellos pueden tener un plan, pero cuando reciban la primera mano clara de Kerman es cuando veremos cómo reaccionan”. Ciertamente, Skeete jamás se ha visto ante un boxeador con la fortaleza física, el nivel de presión, el coraje y la potencia de golpeo suficientes para cuestionar su tiranía en el dominio de la distancia. De hecho, la gran mayoría sucumbieron en una persecución sin mucha convicción y en sus dos peleas más importantes los esquemas estratégicos de sus rivales no fueron nada acertados, boxeando demasiado expectante Sam Eggington, que además cometió el error de tratar de jabear al jabeador, y con Frankie Gavin dando facilidades para la mano adelantada de Skeete en lugar de explotar su posición de zurdo.
Por contra, debemos esperar un Lejarraga mucho más agresivo que estos y, lo que es más importante, con una táctica mejor elegida y trabajada y efectuada con un superior control de los tiempos. Asimismo, si bien posee un excelente corte de ring, que ofrecerá muchas complicaciones al despliegue de su adversario, Lejarraga no es un peleador sin recursos que intentará jugarse sus posibilidades en una mano afortunada y crucial, sino que es un púgil técnicamente sólido, que sabe dar un paso atrás cuando es necesario y que es capaz de acortar los espacios con muchísima velocidad e imparable empuje, ya sea con su demoledor gancho zurdo o con su potentísimo uno-dos.
Así, parece inevitable que, a lo largo de los doce rounds de enfrentamiento, Skeete se vea eventualmente conducido a las cuerdas o llevado al boxeo en corta, donde las tremendas manos de Lejarraga siempre se cobrarán un precio en su resistencia. Es innegable que, contando el visitante con 1,90 m de alcance y 1,85 m de altura, la tarea de obligarle a pelear no será nada fácil, menos aún siendo astuto y hábil para contestar al hostigamiento con sensacionales contragolpes y siendo plenamente consciente de la pegada del vizcaíno, pero la pregunta para el equipo de Skeete debe de ser cómo poder mantener el plan de batalla cuando un gancho zurdo al torso demasiado potente dificulte su movilidad o una mano de poder al rostro le sorprenda, esperándole 36 minutos de riesgo.
Obviamente, desde la tranquilidad fuera del ring se puede especular con muchas opciones para conseguir sojuzgar al británico. Quizás cerrarle la salida hacia la izquierda pueda afectarle en el desarrollo del choque, porque Skeete instintivamente siempre quiere escapar hacia esa misma dirección. Puede que intentar abrumar por número de golpes, táctica que tradicionalmente ha funcionado bien contra los púgiles técnicos y dinámicos, sea una posibilidad, especialmente si se consigue mantener la pelea en corta durante el suficiente tiempo y si Skeete estuviese algo sobreentrenado por haber enlazado dos campamentos, uno de ellos para una no realizada pelea en febrero. Tal vez manteniéndose calmado fuera de distancia y sacando elegidas y salteadas manos de poder en furiosas arremetidas se pueda acechar controladamente y sin tanto peligro. En cualquier caso, todo ello serían meras teorías que pueden no corresponderse con las soluciones necesarias sobre un cuadrilátero en una pelea vital.
Evidentemente, pese a la condición de favorito en las apuestas del español, este combate es para Lejarraga y para cualquier peso wélter actual sin título mundial un verdadero reto, un combate de extrema exigencia. Con todo, que Skeete y su equipo estén subestimando a Lejarraga, señalándolo como una piedra de toque, como un trámite para conseguir arrebatarle el invicto a una figura nacional, añadir un nuevo cinturón a su colección y ponerlo en la mesa en futuras negociaciones ante la élite mundial, es una enorme ventaja para los intereses locales, porque jamás ha sido una buena idea vender la piel del oso antes de cazarlo.
Igualmente, tanto si Lejarraga consigue una victoria trascendental para su carrera en un ambiente inmejorable y su primer cinto continental como si no consigue capturar el cetro europeo, el caso es que habrá combatido ante un boxeador que es verdaderamente uno de los tres mejores peso wélter europeos de la actualidad, a diferencia de lo hecho por otros campeones de Europa que han pugnado con víctimas propiciatorias. Además, Lejarraga, de la mano de una promotora y un equipo que han apoyado y desarrollado su carrera de una forma óptima, ha logrado un éxito ya incuestionable: despertar a un enorme sector de aficionados y añadirlos a la causa del noble arte y devolver, junto a otras jóvenes figuras en ascenso de nuestro boxeo, la esperanza a la afición de que el pugilismo español esté a las puertas de un cambio de rumbo a largo plazo hacia donde ha estado y merece estar.